DERECHO

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LA BALANZA DE LA JUSTICIA

martes, 14 de diciembre de 2010

Teorías del Conocimiento



Teorías del Conocimiento


Erick Saúl Cifuentes - ericksolo9@yahoo.com.mx



1. Introducción

2. Racionalismo

3. Empirismo

4. Idealismo

5. Escepticismo

6. Realismo

7. Materialismo

8. Referencias bibliográficas

Introducción

El hombre por su naturaleza de animal racional, trata de entender y comprender cada una de las partes del universo, y cada vez le surgen más preguntas. Es por la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo que el hombre intenta enseñorearse de la naturaleza para hacerla más confortable. Es por esto que a lo largo de la historia del pensamiento humano tanto en oriente como en occidente se ha construido un camino que ha llevado a la humanidad a encontrarse progresivamente con la verdad y confortarse con ella.

Precisamente por esa injusticia traducida en necesidad, el hombre inteligente debe conocer las diferentes teorías del pensamiento filosófico que a través de la historia le han dado forma a los gobiernos, sistemas, empresas y hasta a la religión. El resultado de todo ello es la educación, porque depende directa o indirectamente de cada una de estas instancias.

Cuánta razón tuvo Marx cuando dijo: “La filosofía no está para transformar el mundo, sino para interpretarlo”•

Teorías filosóficas

Racionalismo

(Del latín, ratio, razón), en filosofía, sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.

El racionalismo ha aparecido de distintas formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental, pero se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, el cual creía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertos universales, verdades evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el francés Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.

El racionalismo epistemológico ha sido aplicado a otros campos de la investigación filosófica. El racionalismo en ética es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias son innatas en la especie humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la facultad racional. El racionalismo en la filosofía de la religión afirma que los principios fundamentales de la religión son innatos o evidentes en sí y que la revelación no es necesaria, como en el deísmo. Desde finales del año 1800, el racionalismo ha jugado sobre todo un papel antirreligioso en la teología.

Se ha criticado el idealismo subyacente a los postulados racionalistas, acusándolo de "petrificar" y "falsificar" la realidad en detrimento de "lo vital". Pese a ello, su mérito consistió en liberar e higienizar a la razón de todos los prejuicios heredados. Si en el lenguaje ordinario se denomina racionalista a aquella persona que rehúye de toda creencia infundada o superstición y que no reconoce más evidencia que la aportada por la sola luz de la razón, en el contexto de la filosofía este término hace relación a una particular corriente filosófica surgida en el siglo XVII de manos de René Descartes (La Haya, Francia, 1596-1650) y cuyos máximos exponentes fueron Baruch Spinoza (Ámsterdam, 1632-1677) y G. Wilhelm Leibniz (Leipzig, 1646-1716). Tradicionalmente se suele contraponer el racionalismo a otro movimiento aparecido paralelamente en Inglaterra, el empirismo de Locke, Berkeley y Hume, aunque ambas corrientes mantienen ciertos rasgos generales propios de la modernidad a la que representan. Rasgos epocales de la filosofía racionalista Cabría destacar en primer lugar, la primacía otorgada al problema del conocimiento. Efectivamente, los filósofos modernos se caracterizan por anteponer la gnoseología a toda otra cuestión, gnoseología que posee un carácter genético, es decir, se investiga el origen, la génesis de los procesos de conocimiento, cuyo valor de verdad o falsedad es determinado con posterioridad a su origen. La segunda característica que comparten las corrientes filosóficas de la modernidad consiste en la asunción de una postura claramente subjetivista.

El hombre se encuentra imposibilitado para conocer directamente la realidad, las cosas en sí, tal y como son. Perdida la ingenuidad de un realismo gnoseológico, se hace necesario reorientar la pregunta acerca de lo real: ¿Conocemos las cosas tal y como son o son las cosas tal y como las conocemos? La realidad ha dejado de ser evidente, porque no puede ser conocida más que mediatamente, a partir de nuestras ideas o representaciones mentales, esto es: a partir del propio sujeto cognoscente y no del mundo en sí. Racionalistas y empiristas tendrán que enfrentarse antes que nada con la cuestión del sujeto como origen de todo conocimiento acerca de lo real y con la cuestión de las posibilidades y límites de tal conocimiento. Lo obvio es el sujeto que conoce, a partir del cual se construye lo real, el mundo "extra mental": Subjetivismo y gnoseología tienen como consecuencia inmediata la importancia otorgada a la investigación sobre el método. Se tiene conciencia de una ruptura con el Renacimiento y la seguridad de que se está haciendo y estrenando un nuevo saber. De la preocupación fundamentalmente filológica de los renacentistas, de su revolución orientada hacia el pasado, se pasa a una revolución que, desde el presente, se ordena hacia el futuro desde una perspectiva optimista de progreso. El paulatino despegue de las ciencias particulares, favorecido por la independencia gradual de toda investigación respecto a los dogmas de la religión y la tradición hacía necesaria la investigación de un método que desechara todo aquello que no pudiera diferenciarse rigurosamente ni de lo verdadero ni de lo falso. El ámbito de la conjetura, de lo probable no puede mantenerse si lo que se pretende es construir una ciencia cuya característica fundamental sea la certeza, su absoluta indubitabilidad. Por eso, la preocupación por establecer un método seguro y riguroso fue uno de los intereses primordiales de esta época.

Características fundamentales de la filosofía racionalista:

1.1. Plena confianza en la razón humana los filósofos racionalistas le otorgan un valor extremo a la razón entendida como la única facultad susceptible de alcanzar la verdad. La oposición típica en la Edad Media entre razón y fe (Revelación) o entre filosofía y religión, es sustituida ahora por la contraposición entre las verdades racionales frente a los engaños o ilusiones de los sentidos. Razón se opone a sensibilidad, experiencia, conocimiento sensoperceptual, no a fe.

1.2. Existencia de ideas innatas Siguiendo la tradición abierta por Platón, para el cual el conocimiento verdadero podía ser alcanzado a través del recuerdo, al estar las Ideas de algún modo "presentes" en el alma humana, los racionalistas afirman que la conciencia posee ciertos contenidos o ideas en las que se encuentra asentada la verdad. La mente humana no es un receptáculo vacío, ni una "tabla rasa" como defendieron los empiristas, sino que posee naturalmente un número determinado de ideas innatas o naturalezas simples (como las denomina Descartes) a partir de las cuales se vertebra y fundamenta deductivamente todo el edificio del conocimiento. La característica fundamental de tales ideas es su simplicidad, claridad y distinción, es decir, la evidencia. En Descartes las ideas innatas y en particular la idea de Dios garantizan y son los pilares desde los que reconstruir con plena certeza todos los saberes, desde la física hasta la metafísica. En Leibniz, por ejemplo, las mónadas contienen ("como semillas") una perspectiva parcial de la totalidad del universo, son un microcosmos en el que se refleja el macrocosmos.

1.3. Adopción de un método de carácter matemático Todos los racionalistas tomaron como modelo el método utilizado por la matemática y la geometría: Descartes lo desarrolló en su obra Reglas para la dirección del espíritu; Spinoza en el Tratado de la reforma del entendimiento y Leibniz en su De Arte combinatoria, que estaba inspirado en Ramón Llull. La utilidad del método estriba no sólo en escapar del error, sino que persigue una intención clara: la unificación de las ciencias e incluso la creación de una "Mathesis Universalis" o ciencia cierta de carácter universal que pudiera utilizar un lenguaje simbólico matemático con el que analizar y reducir a lo simple (y cierto) toda proposición compleja de la ciencia. En las Regulae ad directionem ingenii (Regla IV) define Descartes el método de la siguiente manera: "Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales, el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz." El método es una propedéutica: sana, cura el entendimiento y lo orienta a la conquista de la verdad, reduciendo toda cuestión compleja a elementos simples, claros y distintos (evidentes) que son conocidos mediante una intuición intelectual, despojada de toda sensibilidad e independiente del ámbito de la experiencia (a priori).

1.4. Metafísica basada en la idea de substancia La metafísica racionalista desvía la atención del ser (to ón) a la substancia (substantia) y adelgaza la división categorial de Aristóteles a tres únicos fundamentos: substancia, atributos (esencia o naturaleza de la substancia) y modos (cualificaciones, afecciones y variaciones de la substancia). Por substancia entienden los racionalistas "aquello que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir" (Descartes). Ahora bien, no todos estos filósofos admitieron el mismo número de ellas ni le otorgaron las mismas características. Descartes afirmó la existencia de tres substancias distintas (res infinita o Dios, res cogitans o pensamiento y res extensa o substancias corpóreas), lo cual le condujo al establecimiento de un acusado dualismo que escindió la realidad en dos ámbitos heterogéneos (lo corporal o material y lo espiritual) irreconciliables entre sí y regidos por leyes absolutamente divergentes (leyes mecánicas para el mundo físico). Spinoza afirmó la existencia de una única substancia, "Deus sive substancia, sive natura", que le hizo desembocar en una postura panteísta: pensamiento y extensión son atributos de Dios, única substancia existente, por lo que tanto el pensamiento (alma) como las cosas materiales no pueden ser consideradas sino como sus modos, no como entidades independientemente existentes. Leibniz, sin embargo, adoptó un pluralismo metafísico que afirmaba la existencia de infinitas substancias simples o mónadas caracterizadas por ser inextensas, simples, impenetrables y dotadas de percepción y apetición. La mónada es una cierta energía, fuerza o entelequia (alma) que sigue el orden inexorable de una armonía preestablecida por Dios.

1.5. El mecanicismo Aunque no fue adoptado por todos los racionalistas (Leibniz, por ejemplo), el mecanicismo fue el paradigma científico predilecto para la mayoría de ellos. Según éste, el mundo es concebido como una máquina, despojada de toda finalidad o causalidad que vaya más allá de la pura eficiencia: todo se explica por choques de materia en el espacio (lleno) y no existen fuerzas ocultas o acciones "a distancia". El mundo es como un gigante.

El problema es cuando adaptamos esta teoría a la educación de Guatemala, porque debemos reconocer que no existe una filosofía concreta. Esto ocasiona que cada cuatro años se administre la educación nacional de acuerdo a la filosofía de cada gobierno (si es que la tiene) o de acuerdo también a intereses personales y políticos.

No se puede hablar de racionalismo si no se maneja el método científico. Por lo que en las instituciones se debería de promover la investigación científica desde los primeros niveles. Siempre recordando que no se pretende cuestionar los credos, pues no estamos en una etapa escolástica sino científica, por lo tanto lo que se pretende es delimitar los fines políticos y sociales de la educación.

Empirismo

Esta postura ha sido mantenida por numerosos filósofos, como por ejemplo, Aristóteles, Epicuro, los estoicos, Tomás de Aquino y Ockham. Sin embargo, en un sentido estricto, el empirismo propiamente dicho hace relación a las teorías filosóficas creadas por las corrientes antes mencionadas. Los caracteres fundamentales del empirismo podrían resumirse en las siguientes tesis: Subjetivismo del conocimiento En este punto, empiristas y racionalistas coinciden al afirmar que, para conocer el mundo se ha de partir del propio sujeto, no de la realidad en sí. La mente no puede conocer las cosas más que a partir de las ideas que tiene sobre ellas. Por lo tanto, si lo primero en el orden del conocimiento son las ideas, éstas habrán de tener un origen distinto a la propia mente (tesis racionalista). Su validez objetiva le vendrá de las cosas mismas. Este último punto no puede ser aplicado a todos los empiristas sin excepción. Hume, por ejemplo, negó que se pudiera inferir la existencia de la realidad exterior a partir de las "percepciones" que tenemos sobre ella.

En filosofía occidental, doctrina que afirma que todo conocimiento se basa en la experiencia, mientras que niega la posibilidad de ideas espontáneas o del pensamiento a priori. Hasta el siglo XX, el término empirismo se aplicaba a la idea defendida sobre todo por los filósofos ingleses de los siglos XVII, XVIII y XIX. De estos filósofos ingleses, John Locke fue el primero en dotarlo de una expresión sistemática, aunque su compatriota, el filósofo Francis Bacon, había anticipado algunas de sus conclusiones. Entre otros empiristas también se cuentan David Hume y George Berkeley. Opuesto al empirismo es el racionalismo, representado por pensadores como el francés René Descartes, el holandés Baruch Spinoza y los filósofos de los siglos XVII y XVIII Gottfried Wilhelm Leibniz y Christian von Wolff. Los racionalistas afirman que la mente es capaz de reconocer la realidad mediante su capacidad para razonar, una facultad que existe independiente de la experiencia.

El pensador alemán Immanuel Kant intentó lograr un compromiso entre el empirismo y el racionalismo, restringiendo el conocimiento al terreno de la experiencia, a posteriori, y por ello coincidía con los empiristas, pero atribuía a la mente una función precisa al incorporar las sensaciones en la estructura de la experiencia. Esta estructura podía ser conocida a priori sin recurrir a métodos empíricos, y en este sentido Kant coincidía con los racionalistas.

En los últimos años, el término empirismo ha adquirido un significado más flexible, y ahora es utilizado en relación con cualquier sistema filosófico que extrae todos sus elementos de reflexión de la experiencia. En Estados Unidos William James llamó a su filosofía empirismo radical y John Dewey acuñó el término de empirismo inmediato para definir y describir su noción de la experiencia. El término leyes empíricas se aplica a aquellos principios que expresan las relaciones que, según se aprecia, existen entre los fenómenos, sin que impliquen la explicación o causa de los fenómenos mismos.

La filosofía empirista llevó a cabo una saludable autocrítica de la razón, delimitó sus límites y restringió sus posibilidades asentándola en el ámbito de la experiencia. El empirismo es una corriente filosófica opuesta al racionalismo que surge en Inglaterra en el siglo XVII y que se extiende durante el siglo XVIII y cuyos máximos representantes son J. Locke, J. Berkeley y D. Hume. Se suele incluir también en este movimiento a T. Hobbes, aunque con ciertas reservas. La contraposición al racionalismo fue desenfadadamente expresada por Bacon en su Novum Organum: "Los empíricos –a modo de hormigas- no hacen más que amontonar y usar; los razonadores –a modo de arañas- hacen telas sacadas de sí mismos" (Op. Cit. I, 95). Las numerosas disputas que protagonizaron ambas corrientes se debían fundamentalmente al desprecio racionalista de la experiencia como fuente de conocimiento frente al papel predominante que le otorgaron los empiristas. En un sentido bastante general, se denomina empirismo a toda teoría que considere que la experiencia es el origen del conocimiento, pero no su límite.

La experiencia (empeiría) como única fuente del conocimiento El origen del conocimiento es la experiencia, entendiendo por ella la percepción de los objetos sensibles externos (las cosas) y las operaciones internas de la mente (emociones, sensaciones, etc.). Esta afirmación no tiene la misma significación en todos los empiristas. Si para Locke estas ideas (percepciones) son objetivas, es decir, son producidas por las cosas mismas o substancias, para Berkeley y Hume no se puede admitir que nuestras ideas sean causadas por las cosas materiales (idealismo). Berkeley negará la existencia de la substancia material: la causa de nuestras ideas es Dios y nuestra propia mente. "Ser" consiste únicamente en ser percibido (esse est percipi). Hume extenderá su crítica empirista a la existencia de toda substancia, corporal, espiritual (yo) o divina (Dios). Nuestro conocimiento es conocimiento de nuestras propias percepciones (impresiones) de las que se han de derivar, como sus copias, todas las ideas. Por ello, no podemos defender la existencia de un mundo exterior, ni de un "yo" ni de una substancia divina. Hacerlo implicaría rebasar los límites de nuestra propia razón (ir más allá de la experiencia).

Así pues, para los empiristas, el único criterio de verdad es la experiencia sensible. Negación de las ideas innatas de los racionalistas Si todo conocimiento ha de provenir de la experiencia esto supone que habrá de ser adquirido. La mente no posee contenido alguno (ideas innatas), sino que es como una "tabla rasa", un receptáculo vacío que debe "llenarse" a partir de la experiencia y el aprendizaje. El innatismo racionalista presume que todo hombre, por el mero hecho de ser racional, nacería con unos contenidos de conciencia dados que no podría ignorar, por lo que todos conoceríamos las cosas sin aprendizaje ni experiencia previa, cosa que no sucede. El conocimiento humano es limitado: la experiencia es su límite. Esta postura es radicalmente opuesta a la de los racionalistas, para los que la razón, utilizando un método adecuado, no tiene límites y podría llegar a conocerlo todo. Los empiristas restringen la capacidad de la mente humana: la experiencia es su límite, y más allá de ella no es lícito ir si no queremos caer en el error, atribuyéndole a todo lo que no ha sido "experimentado" una realidad y existencia objetiva. Hume, el más radical y consecuente con los postulados del empirismo, criticará y negará la posibilidad de la metafísica, al no tener base empírica y traspasar los límites la experiencia. Las ideas de la metafísica son absurdas e ininteligibles, porque no provienen de ninguna impresión sensorial de la cual sea copia la idea. Tampoco aceptará que la física pueda proporcionar un conocimiento verdadero y necesario sobre los fenómenos (cuestiones de hecho) por basarse en el principio metafísico de la causalidad. Sobre los fenómenos naturales no cabe más que un conocimiento probable basado en la creencia.

Únicamente la matemática, que no se fundamenta en la experiencia, sino en nuestras propias ideas y en las relaciones que mantienen estas entre si, puede considerarse una ciencia en el sentido estricto de la palabra: un conocimiento absolutamente verdadero y necesario sobre las cosas. Negación del valor objetivo de los conceptos universales Los empiristas aceptarán el postulado nominalista de que los conceptos universales no hacen referencia a ninguna realidad en sí (objetiva), sino que son meros nombres que designan a un conjunto de ideas particulares o "percepciones" simples que se encuentran vinculadas entre sí. Cualquier idea compleja ha de ser explicada por combinación y mezcla de ideas simples. Los universales o conceptos generales son sólo designaciones de estas combinaciones más o menos "estables" de ideas simples.

El método experimental y la ciencia empírica El interés por hallar un método adecuado para dirigir el pensamiento fue uno de los intereses principales tanto del racionalismo como del empirismo. La diferencia entre ambos estriba en que, si para los racionalistas el modelo ideal de método era matemático y deductivo, para los empiristas debía ser experimental e inductivo, similar al que utilizó Newton en el campo de la física, y que tan excelentes resultados había dado. La ciencia no puede basarse en hipótesis o presupuestos no contrastados con la experiencia. La validez de las teorías científicas depende de su verificación empírica. Salvo en las matemáticas, que no versan sobre hechos, sino sobre nuestras propias ideas y sus leyes de asociación, las ciencias de los fenómenos naturales (física, geografía, biología, etc.) deben evitar cualquier supuesto u hipótesis metafísica, así como rechazar el método matemático deductivo.

El error cometido por los racionalistas consistió en tratar de igual forma y bajo el mismo método a todas las ciencias, sin distinguir si se referían a hechos de la experiencia (cuestiones de hecho) o a un simple proceder de la mente (relaciones de ideas). El tiempo, no obstante, dio la razón a los empiristas, pues a partir del siglo XVIII la física se independizó de la metafísica que, después de la crítica kantiana, dejará de considerarse una ciencia. La filosofía empirista, pese a restringir el poder de la razón, sirvió de sana autocrítica respecto a nuestros límites y posibilidades racionales.

La educación en Guatemala tiende a ser muy empírica, sobre todo en muchos maestros de las escuelas o institutos nacionales, Es por ello que muchos de ellos no anhelan superarse académicamente. Esto entendiendo que una meta es “la proyección de un anhelo” como se entendía en los tiempos en que la educación era para unos pocos guatemaltecos.

Sin embargo esa educación no solamente trajo el romanticismo docente con la filosofía (que hasta dio como resultado una lucha al principio intelectual, pero después sangrienta y tonta) ayudando así a la enseñanza de los niños y jóvenes que era atraídos rápidamente por esos principios y valores. También trajo el conformismo de muchos por esos dorados años que supuestamente eran mejor que los modernos, olvidando que a partir de que el hombre conquistó el espacio exterior, inició también con nuevos descubrimiento que vinieron uno tras otro evolucionando violentamente la ciencia.

Idealismo

Teoría de la realidad y del conocimiento que atribuye un papel clave a la mente en la estructura del mundo percibido. A lo largo de la historia de la filosofía se pueden distinguir diferentes aplicaciones y definiciones. En su forma más radical y, muchas veces rechazada, es equivalente al solipsismo, un punto de vista que afirma que la realidad se deriva de la actividad de la propia mente y que nada existe fuera de uno mismo. Sin embargo, de una forma habitual, el idealista reconoce por completo el mundo externo o natural, y evita afirmar que éste puede reducirse al mero hecho de pensar.

Para los idealistas, por otro lado, la mente actúa y es, de hecho, capaz de hacer existir cosas que de otro modo no serían posibles como la ley, la religión, el arte o las matemáticas y sus afirmaciones son más radicales al afirmar que los objetos percibidos por una persona se ven afectados hasta cierto punto por la actividad mental: si un estudio sobre el mundo real pretende ser científico es básico tener en cuenta este hecho.

3.1 PLATÓN

Platón, un remoto precursor del idealismo, postulaba la existencia de un universo de las ideas o formas que se reflejan de modo imperfecto como los diferentes objetos que se perciben en la experiencia común. Sostenía que estas formas o ideas no son sólo más inteligibles con claridad, sino también más reales que sus reflejos transitorios y en esencia ilusorios.

3.2 BERKELEY Y KANT

El clérigo y filósofo irlandés del siglo XVIII George Berkeley pensaba que todos los aspectos de aquello que una persona percibe son en realidad reducibles a las ideas presentes en su mente. El observador no hace que existan los objetos externos, sino que su idea cierta es introducida en la mente humana de modo directo por Dios. El filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant perfeccionó con gran intensidad el idealismo a través de su análisis crítico sobre los límites del conocimiento asequible para el ser humano. Kant sostenía que todo lo que se puede saber de las cosas es la forma en que se manifiesta su experiencia, no hay modo de averiguar lo que son en esencia en sí mismas. Sin embargo, también consideraba que los principios básicos de la ciencia se basan en la estructura de la mente más que en el mundo externo.

3.3 HEGEL

El filósofo alemán del siglo XIX George Wilhelm Friedrich Hegel consideraba incorrecta la teoría de Kant que presenta como inevitable la ignorancia humana sobre la verdadera naturaleza de las cosas. Hegel defendía la inteligibilidad última de todo lo que existe. También pensaba que los mayores logros del espíritu humano (la cultura, la ciencia, la religión y el Estado) no son resultado de procesos mentales determinados por una vía natural, sino que son concebidos y mantenidos por la dialéctica, la actividad del intelecto libre y reflexivo. Otras variantes del pensamiento idealista pueden encontrarse en las obras de los alemanes del siglo XIX Johann Gottlieb Fichte y Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling, del inglés del siglo XIX Francis Herbert Bradley, de los estadounidenses del siglo XIX Charles Sanders Peirce y Josiah Royce y del filósofo italiano del siglo XX Benedetto Croce.

El idealismo dice: "La realidad es causada por las ideas de la mente humana. No hay realidad independiente de la mente humana". ¿Qué significado puede tener esto para el SI artificial? Constata que todo lo que es real para él, es decir, que toda su estructura de conceptos y todas sus reglas de actuación, son el resultado de su sentir y de su pensar. No existen conceptos ni reglas de actuación fuera de su mente. Veamos algunos de los principales procesos de sentir y de archivar experiencias dentro del SI artificial. Mediante impulsos eléctricos recibe comunicaciones desde su entorno. Dentro de aquella parte del sistema que representa el cerebro, transforma estos impulsos en números, representados por cargas eléctricas binarias. Estos números son la parte más elemental de comunicación. Luego el SI los conecta, llegando a situaciones parciales, y finalmente a la situación actual compuesta. Nótese, por favor, que el SI artificial no conoce los "árboles", las "piedras" y la "comida", que existen en el entorno (Kant lo denomina "la cosa misma"). El SI recibe información sensorial y basado en estos crea conceptos que representan esta información sensorial. Estos conceptos son rotulados por números (son los conceptos, las ideas, las sanscaras, de los que hablan los budistas). Es de notar que estos números no representan conceptos; ellos son los conceptos. Para que un número represente algo, ese "algo", que es representado, debe existir. Pero en el SI no hay nada más que estos números.

Con esto surge la pregunta de cuáles parecen ser los requerimientos mínimos para que algo pueda ser un "concepto" Para que sea posible trabajar con conceptos, cada concepto debe diferenciarse claramente de todos los otros conceptos. También debe ser posible conectar un concepto con otros conceptos. Parecer ser que estos dos son los requerimientos mínimos. En un SI electrónico, es un número el que cumple con estos dos requerimientos. Cada número puede ser diferenciado claramente de cualquier otro número. Cada número también puede servir como dirección en la cual pueden ser archivados otros números. Es decir, que el número puede ser conectado a ciertos números, pero no a otros. Cuando utilizamos un editor de textos en una computadora, y escribimos la palabra "árbol", esta palabra solamente representa nuestro concepto, porque no hay conexión alguna dentro de la computadora entre esta palabra y "raíz", "rama" o "tronco". La conexión únicamente existe en la mente de la persona que la escribió. Cuando el SI utiliza el concepto "árbol", las conexiones a los demás conceptos están dentro de la computadora. Es decir, que para el SI el número para "árbol" es un concepto; no representa un concepto. Cuando el SI artificial ha combinado las sensaciones elementales, le asigna un número a la situación parcial que nosotros llamamos, por ejemplo, una piedra. Solamente al tener la experiencia de muchas situaciones en las que aparece el número para la piedra, el SI, con el tiempo, sabe qué esperar del número para una piedra (diríamos, qué propiedades tiene una piedra, qué se puede hacer con una "piedra"). Es algo similar de lo que pasa en los humanos. Desde el entorno algo llega a nuestros órganos sensoriales, y éstos transmiten a través de los nervios impulsos eléctricos binarios al cerebro. Allí, dentro del cerebro, estos impulsos forman las sensaciones más elementales. Parece ser, que en los humanos, los conceptos son la salida de campos neuronales. Ellos son causados por la conectividad del campo neuronal.

Esta salida es de origen binario. Neuronas excitadas e inactivas son comunicaciones binarias, muy similares a los números en las computadoras, los que, como hemos visto, representan cargas eléctricas binarias. La mente humana no reconoce inmediatamente árboles, piedras y alimento, sino que recibe solamente impulsos nerviosos binarios desde distintos nervios. Y desde éstos se forman conceptos mediante procesos internos. Como lo dice el idealismo, las realidades, tales como el concepto para "silla" o "mesa", son partes de la mente. No existen conceptos algunos que sean independientes de la mente. En el SI artificial son números archivados en su mente. Tal concepto es mucho más que una representación de la forma exterior o del color. El concepto para la "silla" incluye que la silla se puede usar para sentarse en ella, o para que sea quemada para obtener calor. Es una información que no existe en la "causa de todas las sensaciones" del entorno. Existe únicamente en la mente. De manera que el idealismo tiene razón, toda realidad de los SI's artificiales es causada por sus ideas, sus conceptos. No hay realidad fuera de su mente. A pesar de que hay algo que no es un concepto y no forma parte de su mente, es decir, el "entorno".

Es aquí donde surgen los comentarios de los ateos al asegurar que Dios es producto del pensamiento humano. Esta clase de comentarios ha desmoralizado a muchos alumnos en diferentes niveles educativos a nivel nacional, pues por sus principios religiosos se siente ofendidos al escuchar semejantes aseveraciones. Sin embargo no se puede hablar deliberadamente de u tema sin antes aclarar ampliamente el tema y sus diferentes enfoques.

En ese sentido la educación no se ha sentido respaldada por esta filosofía, porque aunque es importante para llegar a conclusiones filosóficas, su aplicación sin el respaldo del conocimiento provoca estos cismas innecesarios.

Escepticismo

En griego, skeptesthai, “examinar”), en la filosofía occidental, doctrina que niega la posibilidad de alcanzar el conocimiento de la realidad, como es en sí misma, fuera de la percepción humana. Por extensión gradual de su significado, la palabra escepticismo significa también duda de lo que es generalmente aceptado como verdad. Todo el escepticismo filosófico, al final, tiene que ver con la epistemología; es decir, que está basado en las ideas sobre el ámbito y la validez del conocimiento humano.

4.1 ESCEPTICISMO GRIEGO

Los sofistas griegos del siglo V a.C. fueron en su mayoría escépticos. Su punto de vista se refleja en sus máximas “el hombre es la medida de todas las cosas” y “nada existe, y si algo existe, no puede ser conocido”. Así, el sofista Gorgias proclamó que todas las afirmaciones relativas a la realidad son falsas y que, aunque fueran verdad, su veracidad no podía nunca ser probada. Otro sofista, Protágoras de Abdera, enseñó que los seres humanos sólo pueden conocer su percepción de las cosas, no las cosas en sí.

Los principios del escepticismo fueron formulados por primera vez por los pirronistas, una escuela de la filosofía griega que tomó el nombre de su fundador Pirrón de Elis. Pirrón, cuyo primer interés era la ética, mantuvo que los seres humanos no pueden conocer nada de la naturaleza real de las cosas y que, en consecuencia, una persona sabia no debía expresar sus opiniones. Timón de Flainte, discípulo de Pirrón, llevó el escepticismo a su conclusión lógica al afirmar que se pueden dar razones tan buenas a favor como en contra de cualquier proposición filosófica.

Los miembros de la Academia Media (la escuela que se desarrolló en el siglo III a.C. a partir de la Academia de Platón) y de la Academia Nueva (siglo II a.C.) de Carnéades fueron más sistemáticos pero menos radicales en su escepticismo que los pirronistas. Carnéades mantenía que ninguna idea podía ser probada de manera concluyente, pero que algunas podían ser mostradas como más probables que otras. El escéptico más importante del último periodo de la antigüedad fue el filósofo griego Enesidemo, que hizo una clasificación de diez razones en apoyo de la posición escéptica y el físico griego del siglo III d.C. Sexto Empírico, que resaltó la observación y el sentido común en oposición a la teoría.

El escepticismo como tendencia filosófica que origina una forma de pensar que llega hasta nuestro días fue fundado por Pirrón de Elide y aunque muchos manuales hablen de predecesores, los propios escépticos se consideraban seguidores del filósofo Pirrón, de ahí el nombre de pirronismo con que se conocía este movimiento. Es probable que algunas opiniones de Demócrito o Anaxarco, un cierto modo de pensar de los antiguos sofistas o la teoría del conocimiento de los cirenaicos influyesen de alguna manera en Pirrón, pero el escepticismo tal y como lo conocemos tuvo su origen en las propias elaboraciones del filósofo.

El escepticismo antiguo es una forma de vida que el filósofo elige. No es simplemente un discurso teórico, sino también una práctica de liberación personal cuya finalidad es lograr alcanzar la felicidad. Para este propósito se utilizan una serie de técnicas escépticas como son la suspensión del juicio y la ataraxia. Una vez conseguido esto, se produce una transformación en la visión del mundo y en su relación con él, que podría definirse como indiferencia. El prototipo de sabio escéptico es su fundador Pirrón de Elide, cuya renuncia a las cosas mundanas, su indiferencia y su forma de vivir causaron tal admiración entre sus conciudadanos que según cuenta Diógenes Laercio, "por su respeto se dio decreto de inmunidad a los filósofos". "Nada es más", este es el lema del movimiento escéptico: ninguna cosa es más, ni más cierta, ni más falsa, ni mejor, ni peor. Después tratar de hacer todo lo posible por conseguir un criterio para saber la verdad, el resultado es que ningún argumento resulta claramente definitivo para desvelar las apariencias, por tanto lo más acertado es suspender el juicio, a partir de esta decisión uno consigue liberarse de la inquietud. Esto da paso a una nueva forma de ver el mundo, de relacionarse con la realidad y romper así las ataduras dogmáticas.

El escepticismo comparte una característica importante con otros movimientos de esta época, y es que la actitud vital de sus miembros es tan importante como su doctrina teórica. A grandes rasgos el escéptico después de examinar cuidadosamente todas las proposiciones concluye que no hay ninguna verdad que se pueda considerar definitiva, por lo que recomienda la suspensión de todo juicio (epojé). Una vez suspendido el juicio, el siguiente paso es conseguir la ataraxia, es decir, la serenidad de ánimo, la imperturbabilidad necesaria para poder llegar a la felicidad. Pero la suspensión del juicio no quiere decir que haya que abandonar toda investigación ni toda crítica. Sképsis, es la palabra griega que da origen al movimiento y significa hacer una reflexión cuidadosa de lo que se observa, skeptikós son los que miran o examinan cuidadosamente. El escepticismo tiene dos partes: una teórica, que es una teoría del conocimiento, o epistemología, según la cuál no hay ningún saber firme, y otra práctica, que es una actitud que consiste en no apegarse a ninguna opinión, suspender el juicio y conseguir la ataraxia.

4.2 ESCEPTICISMO MODERNO

Durante el renacimiento la influencia del escepticismo clásico se reflejó sobre todo en los escritos del ensayista filosófico francés del siglo XVI Michel de Montaigne. El mayor exponente del escepticismo moderno fue el filósofo empirista escocés David Hume. En sus obras Tratado sobre la naturaleza humana (1739-1740) y Ensayo sobre el entendimiento humano (1748), Hume puso en duda la posibilidad de demostrar la verdad de las ideas sobre el mundo externo, las relaciones causales, los acontecimientos futuros, o de las entidades metafísicas, como el alma y Dios. El filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant, a la vez que intentaba superar el escepticismo de Hume, negaba la posibilidad de conocer las cosas en sí mismas o de alcanzar el conocimiento metafísico. En el siglo XIX, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche negó la posibilidad de la total objetividad y del conocimiento objetivo, en ningún campo. El filósofo estadounidense del siglo XX Jorge Ruiz de Santayana, pretendiendo haber dado un paso más allá del escepticismo de Hume, mantuvo en su obra Escepticismo y fe animal (1923), que la creencia en la existencia de cualquier cosa, incluido en uno mismo, obedece a un impulso natural pero irracional. Se pueden encontrar rasgos de escepticismo en otras escuelas modernas de filosofía, incluyendo el pragmatismo, la filosofía analítica y el existencialismo.

A nivel nacional se aplica el escepticismo solamente cuando se habla de filosofía, sin embargo su enfoque es no creer en nada, como expresan los escépticos extremos, sino que se cuestionan las creencias hasta comprobar que son reales y como consecuencias esto trae felicidad, que al final de cuentas es lo que todos buscamos incesantemente.

Realismo

En filosofía, término utilizado para dos orientaciones doctrinales distintas de la epistemología. En la filosofía moderna, el término realismo se aplica a la doctrina que manifiesta que los objetos comunes percibidos por los sentidos, como mesas y sillas, tienen una existencia independiente del propio ser percibido. En este sentido, es contrario al idealismo de filósofos como George Berkeley o Immanuel Kant. En su forma extrema, llamado a veces realismo ingenuo, se piensa que las cosas percibidas por los sentidos son en rigor lo que parecen ser. En versiones más complejas, a veces denominadas como realismo crítico, se da alguna explicación de la relación entre el objeto y el observador que tiene en cuenta la posibilidad de que tengan lugar ilusiones, alucinaciones y otros errores de la percepción.

En la filosofía medieval, el término realismo hacía referencia a una posición que consideraba las formas platónicas, o conceptos universales, como reales. Esta posición se llama ahora realismo platónico. En la filosofía de Platón, un nombre común, como cama, se refiere a la naturaleza ideal del objeto, sugerida por su definición, y esta naturaleza ideal tiene una existencia metafísica independiente de los objetos particulares de esta clase. Así, la circularidad existe aparte de los círculos particulares, la justicia, independientemente de los individuos o Estados justos particulares, y la idea de cama, independientemente de las camas particulares. En la edad media, esta posición fue defendida frente el nominalismo, que negaba la existencia de tales universales. Los nominalistas afirmaban que los muchos objetos llamados por un único nombre no comparten nada sino sólo dicho nombre. El término medio entre estas dos posiciones incluía el realismo moderado, que afirmaba que los universales existen en los objetos del mismo tipo pero no independientes de ellos, y el conceptualismo, que mantenía que los universales podrían existir con independencia de los objetos de un tipo particular, pero sólo como una idea de la mente, no como una entidad metafísica que existe en sí misma.

5.1 Nominalismo y Realismo

Aquí también se envuelve otra cuestión, que es la relativa a la relación entre el nominalismo y el realismo, el tal mentado problema de los universales, de la realidad o no de los conceptos generales. El marxismo leninismo en la práctica actúa como si los universales tuvieran una existencia real, aunque después intente teóricamente hacer un compromiso entre el punto de vista que expresa que los nombres son artilugios de nuestra mente o que las categorías tienen una existencia real. Universales tales como "dialéctica", "lucha de contrarios", "lucha de clases", "pensar" y "ser", adquieren en el ML el carácter de demiurgos, son más reales que la realidad misma. Una filosofía que se auto titula dialéctica desconoce por completo que la formación de conceptos en la cabeza del hombre posee su propia historia, que las palabras son totalmente arbitrarias, que la simple traducción de un texto de un idioma a otro conlleva la pérdida irreparables de miles de matices. Por ejemplo, en muchos idiomas no existe la separación entre el "estar" y el "ser" del español, con toda la carga idiomática y psicológica que conlleva este matiz. Esto no implica que las lenguas que no posean estos dos verbos tengan un fallo en su construcción, sino que precisamente, por no ser un fallo es una muestra más del carácter arbitrario que tiene el lenguaje y mucho más las categorías que con él se inventan.

El lenguaje goza de la arbitrariedad de los signos usados (para un mismo objeto o noción se puede emplear cualquier signo sonoro o escrito, una palabra cualquiera que designa un objeto puede considerar incluido en el objeto dado cierto aspecto o no), del aspecto relacional o ondulatorio, al decir de Saussure, que expresa que una palabra significa en función de otras por oposición, colisión y entremezclamiento, y de su función de correspondencia aproximativa, ya que una palabra por sí misma no dice o encierra al objeto, función o aspecto designado. El hecho de que el lenguaje es el resultado de un consenso, de un "ponerse de acuerdo" sobre equivalencias lingüísticas hace relativa, aproximativa, el hecho de la misma categorización, porque siempre es posible idear una categorización distinta, que no por distinta se hace falsa. Por otra parte el uso de categorías abstractas sin su marco de referencia permite establecer complejos de relaciones, en fin, toda una verborragia castillería que no tiene porqué ser cierta: ninguna especulación basada en ninguna "ley" que se haga en la cabeza del ser humano "tiene" que ser cierta en la realidad objetiva: la realidad objetiva es como es, y el único soporte RELATIVO que poseen nuestras ideas es el que nos reporta la práctica humana, que por desgracia también pasa a nuestro acervo por un PROCESO DE INTERPRETACIÓN.

Existen pues dos consideraciones igualmente falsas. La primera, que las categorías de nuestra mente tienen una existencia en la realidad fuera de nosotros, cuando a lo mas que podamos aspirar es que el conjunto pensamiento, universal o categoría presente una correspondencia aproximativa mayoritaria o de alto porcentaje a algo que existe en la realidad. Ninguna categoría puede ser por esencia verdad absoluta, porque de acuerdo a la práctica humana no puede existir sistema alguno que corresponda exactamente a otro sistema. (Nota 12) Es decir, el sistema de signos existente en la cabeza del hombre puede tratar de corresponder con un sistema dado de la realidad, pero no puede obtener una correspondencia absoluta, al menos de acuerdo a lo que indica la práctica humana. La segunda consideración falsa es que en la realidad exista algo que pueda ser separado de lo demás en forma absoluta, por lo que toda categoría deja fuera relaciones del conjunto categorizado y en ese sentido tampoco es exacta. Uno de los casos mas notables de error metodológico abstraccionista lo es sin duda el que se genera por las categorías de contenido y forma, no sólo en la filosofía examinada, sino en muchas otras. Dice la filosofía marxista leninista que la forma y el contenido se complementan mutuamente para formar la totalidad de la cosa, que, por ejemplo, un átomo consta en cada caso de tales y tales partículas elementales, que actúan sobre sí mismas y esto se llama el contenido. Estas partículas están ordenadas de un modo determinado y ésta es la forma del átomo. El problema que se crea no es el nombrar las cosas -que por otra parte es absolutamente arbitrario, como lo es todo el lenguaje-, sino que se le asignen funciones sencillamente no comprobadas por la práctica.

En la educación nacional se ésta cometiendo un error sin ser reconocido. Al pensar que todo depende del hombre, se piensa que la naturaleza también, incluso este pensamiento es usado por naturalistas sin darse cuenta que según el realismo, las cosas existen por si solas, dependen de sí mismas, incluso estaban antes de que el hombre fuera creado, apareciera sobre la faz de la tierra o caminara erguido, depende de cada creencia.

Materialismo

En la filosofía occidental, doctrina según la cual toda existencia se puede reducir a materia o a un atributo o efecto de la materialidad. Según esta doctrina, la materia es la última realidad y el fenómeno de la conciencia se explica por cambios fisicoquímicos en el sistema nervioso. El materialismo es, por lo tanto, lo opuesto al idealismo, que afirma la supremacía de la mente y para el que la materia se caracteriza como un aspecto u objetivación de la mente.

El materialismo extremo o absoluto se conoce como monismo materialista. De acuerdo con la teoría mente-materia del monismo, según la expuso el metafísico británico William Kingdon Clifford en su obra Elementos de dinámica (1879-1887), la materia y la mente son consustanciales, siendo la una un mero aspecto de la otra. El materialismo filosófico data de la antigüedad clásica y ha tenido numerosas formulaciones. Los primeros pensadores griegos estuvieron de acuerdo con una variante del materialismo conocida como hilozoísmo, según la cual la materia y la vida son idénticas. Relacionada con el hilozoísmo está la doctrina del hilo teísmo, que afirma que la materia es divina y niega la existencia de Dios al margen de sí misma. El atomismo de Demócrito (460-370 a.C.) retomado por Epicuro, entra dentro de esta corriente filosófica. Materialismo cosmológico es un término que se usa para denominar una interpretación materialista del universo.

El materialismo antirreligioso nace del espíritu de hostilidad hacia los dogmas teológicos de la religión organizada, en concreto los del cristianismo. Entre los más notables exponentes del materialismo antirreligioso se encuentran los filósofos franceses del siglo XVIII Denis Diderot, Paul Henri d'Holbach y Julien Offroy de la Mettrie. De acuerdo con el materialismo histórico, formulado en los escritos de Karl Marx, Friedrich Engels y Vladímir Ilich Lenin, en cada época histórica el sistema económico imperante determina las necesidades de la existencia, la forma de organización social y política, así como los aspectos religiosos, éticos, intelectuales y artísticos de cada época.

En los tiempos modernos el materialismo filosófico estuvo muy influido por la doctrina de la evolución e incluso puede decirse que ha sido asimilado con la más amplia teoría de la evolución. Los evolucionistas trascienden el simple anti teísmo o ateísmo materialista y pretenden mostrar cómo las diversidades y las diferencias en el universo son el resultado de procesos naturales en oposición a los fenómenos sobrenaturales.

Suele usarse en historia de la filosofía para designar los sistemas de Demócrito y Epicuro, la filosofía de los ilustrados del siglo XVIII, que se autodenominaban «materialistas», y las ideas ontológicas de Büchner, Moleschott, etcétera, establecidas en Alemania en el siglo pasado a partir de las ciencias naturales (mecanicismo). También tiene «materialismo» un uso adecuado cuando se aplica a concepciones culturales muy generales caracterizadas por un rechazo moral y ontológico de la religión, sobre todo si se combina con lo que Russell denominaba «materialismo filosófico»: «el convencimiento de que todo contenido mental es reducible a contenido físico o al menos procede o se puede explicar por causas meramente físicas». En la actualidad, en la medida en que el marxismo y el positivismo lógico (con su secuela de filosofía analítica) se encuentran institucionalizados y reivindican para sí el nombre de «materialistas», ejercen un control sobre todo otro pensamiento, que aparecerá así como «metafísico», «ideológico» o «no-filosófico».

El materialismo de la conciencia es la negación de que exista un auto estimulamiento de la conciencia en el curso de su propia constitución. Por el contrario, es la afirmación de que no todo «es mensaje» y de que hay acontecimientos necesarios para esa constitución que carecen de sentido expresivo, apelativo o significativo... Típico del espiritualismo de la conciencia sería una concepción de la cultura y de la historia que las redujera a procesos «simbólicos», como la de E. Cassirer. El materialismo de la libertad consiste en negar que ella esté dada en un auto programación lograda a costa de un abstracto «control» sobre la naturaleza. Tal cosa es un presupuesto indispensable, pero la libertad se produce históricamente: en el constante ajuste, no sólo a las condiciones de ese control, sino también a la «igualdad» o justicia de los sujetos entre sí en orden a la tarea de auto programarse. Así, las teorías escolásticas sobre la libertad –sean de premoción física o de predestinación– son «espiritualistas» porque no existe «fin» alguno autónomo y dado al que dirigir la autorregulación de los medios para la libertad. En parte, puede ser re expuesta aquí la oposición Popper/marxismo en la cuestión de las leyes de la historia. Popper, so pretexto de negar cientificidad a dichas leyes, restringe la libertad a la autorregulación.

El marxismo, aceptando las leyes de la historia en un marco de racionalidad más amplio, reconoce que la libertad no es un equilibrio programado y no cumplido, sino un equilibrio de hecho que posee su propia dinámica al margen de las teorías éticas. Finalmente, el materialismo de la verdad niega que esta consista en una «simbolización» universal: no hay verdad que signifique algo globalmente para la conciencia, sino verdades, y por cierto muchas de ellas «inútiles» según los criterios simbólicos. De ahí que la elección de verdades por criterios no especulativos, sino prácticos aparezca como una necesidad materialista. En este contexto difieren Marx y Nietzsche en cuanto que el «pragmatismo» de este último –pensar el mundo como pleno de significado para el hombre– es la enfermedad infantil, espiritualista, de una verdadera filosofía de la praxis.

Es importante comprender a partir de esta exposición –para evitar confusionismos y simplismos– que una ontología pueda ser materialista en ontología general o respecto a algún «contexto» y no serlo en absoluto en ontología especial. Así, respecto al contexto II tanto Husserl como Platón son «materialistas esencialistas, pues las ideas, M3, no se hallan reducidas en la conciencia, E, aunque luego sean idealistas en ontología especial. Otra filosofía frecuentemente considerada entre nosotros paradigma de exceso metafísico es la de Heidegger. Pues bien, con su doctrina crítica a propósito de la equivocidad del ser aplicado al hombre y a los demás entes, Heidegger se acerca mucho a un pluralismo que convierte en materialista su ontología general del contexto I. Al contrario, Heráclito, «padre de la dialéctica», es tan monista en ontología general como pueda serlo Parménides. Su «devenir» está incluido en el mundo formando su ser, [309] es decir, M está incluido en mí. Consiste en la unidad de todas las cosas que devienen. Su pluralismo hay que buscarlo solamente en ontología especial. Un caso de contaminación entre ambas ontologías lo tenemos en la tradicionalmente «materialista» filosofía atomística.

A nivel educativo es peligroso aplicar esta teoría, eso no significa que no se deba estudiar porque nos opondríamos a otras teorías, sin embargo es necesario conocerla ampliamente para no dañar a los que tengan diferentes creencias.

Cada una de estas teorías en su debido momento permitieron la evolución histórica del conocimiento y hoy permiten que se filtre el nuevo conocimiento para llegar a verdades especificas después de agotados los medios.

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Autor:

Erick Saúl Cifuentes

ericksolo9@yahoo.com.mx

DATOS DEL AUTOR

Erick Saúl Cifuentes es Profesor en Teología y actualmente está cerrando una Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Es catedrático en el Seminario Bíblico Pentecostal de Guatemala y ha escrito diferentes estudios y libros de temas teológicos, bíblicos, históricos y autobiográficos.



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