DERECHO

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LA BALANZA DE LA JUSTICIA

martes, 14 de diciembre de 2010

El papel Social de la Familia

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INTRODUCCIÓN

En la exclusividad del seno familiar se ha abierto una brecha. La desintegración de la familia puede deberse a que como institución ya no resulta imprescindible para resolver las necesidades del individuo, puesto que el Estado u otras instituciones e incluso personas particulares se han encargado de funciones que antes eran propias de la familia.

Con el desarrollo de la industrialización, la familia ha ido evolucionando hasta quedar reducida a su mínima expresión. A ello han contribuido varios factores: la incorporación de la mujer al mundo laboral, la posibilidad de llevar a los hijos a las escuelas infantiles desde los primeros meses de vida, el distanciamiento apreciable entre el lugar de trabajo y el domicilio... Paralelamente, la posibilidad de divorcio, los anticonceptivos, la independencia económica de la mujer con respecto al marido, han debilitado el concepto de núcleo sólido e indivisible y el papel tradicional atribuido al cabeza de familia.

Según la ONU, la familia es considerada como la célula base de la sociedad, y su papel en el cumplimiento de importantes funciones socioeconómicas es justamente reconocido. Numerosos cambios en la sociedad han modificado el papel y las funciones, pero la familia está en el marco natural donde sus miembros, en particular los niños, se benefician del apoyo afectivo, financiero y material indispensable para el crecimiento y la expansión, y donde se tiene cura de personas como la gente mayor, los discapacitados y los enfermos. La familia llena la función esencial de preservación y transmisión de los valores culturales. La familia puede ser una institución que educa, forma, motiva y ayuda a sus miembros y de esta manera invierte en su expansión y constituye una contribución preciosa al desarrollo.

Otra cuestión es que desde nuestra perspectiva podamos, ampliar este modelo adaptándolo a nuestras tradiciones y necesidades.

La familia que se constituye como “grupo de trabajo” potenciará: la diferenciación, la cooperación, la educación y el aprendizaje, el mantenimiento de la tarea como eje central y el hecho de dar tiempo y espacio a los miembros del grupo de familia.

El tema elegido es un tema novedoso, ya que hasta hace poco la familia constaba del padre, la madre y el/los hijo/s. La madre estaba en casa cuidando del niño y del hogar de manera que el padre era quien trabajaba fuera de casa y traía el dinero en casa. Todo esto ha cambiado, ya que cada vez hay más mujeres que trabajan fuera de casa, el cabeza de familia ya no es el padre, la homosexualidad cada vez es un tema menos tabú y muchas parejas homosexuales quieren adoptar un hijo, existen también las familias monoparentales ya sea por motivos de defunción (enfermedades, accidentes de coche...) o bien por motivos de separación. Lo cual no quiere decir que la familia tradicional se haya “roto” porque todavía son las frecuentes, juntamente con las monoparentales por motivos de separación. Claro que también hay las parejas que no quieren tener hijos (normalmente por motivos económicos y por el supuesto “estrés” que provocan los niños). Y precisamente la dificultad que hemos tenido al realizar el trabajo es su “novedad”, al ser un tema tan actual supone ser criticado o bien problemático (como por ejemplo lo que sucede con las parejas homosexuales).

Hemos elegido este tema porque creemos que es muy interesante como está la familia en la actualidad, ya que como dicen nuestros padres los tiempos cambian. Porque todos tenemos o hemos tenido una familia, no sólo la que hemos vivido con nuestras padres, sino la que se forma después, en la adultez (de hijo pasas a ser padre).

Hay que añadir que la “familia” se creó en el Antiguo Régimen. La familia de esta época se encontraba en la alta nobleza y principalmente era caracterizada como familia tradicional (madre, padre, hijo/s, abuelos...). Por el contrario, el proletariado veía a la familia de la nobleza como una familia inalcanzable para ellos debido a su elevado estatus social y económico.

Nuestro trabajo presenta un reto: hacer un recorrido por la noción de familia y de infancia, sobre todo en la posmodernidad, con el fin de ampliar nuestros conocimientos sobre este tema.

Nuestro trabajo consta de la primera parte en que se presenta la familia a partir de su definición, funciones y los diferentes tipos que hay, esta primera parte teórica, mientras que la segunda parte la hemos realizado a partir de sinopsis de distintas películas, de la conclusión del trabajo... es la parte procedimental del trabajo.



LA FAMILIA

DEFINICIÓN DE FAMILIA

Cuando se habla de familia hablamos de un núcleo de convivencia y solidaridad en la vida cotidiana; es un núcleo de complicidad en la corta distancia que permite afrontar adecuadamente los retos del mundo exterior; es el centro de un tipo de relación privilegiada, espontánea e intensa; es a la vez una escuela de convivencia para los hijos y la transmisora de valores y aprendizajes fundamentales que se realizan mediante las emociones primeras, los afectos fundamentales. Una familia se define por su capacidad de dar respuesta a estas funciones y necesidades de una manera estable y duradera. Los elementos de emparejamiento acostumbran a ser elementos fundamentales en esta forma de convivencia, pero no siempre es el caso y no por eso se debe presuponer que la familia en cuestión no cumple adecuadamente sus funciones de soporte e integración social. De la cualidad de la convivencia, de la capacidad de dar soporte a todos sus miembros, dependerá la vitalidad y la bondad de cualquier familia. Y también su fragilidad, cuando ella misma no encuentra mecanismos de protección suficientes, que puedan garantir que todos sus miembros sean solidarios. La familia proporciona a sus miembros, protección, compañía, seguridad y socialización.

Según un estudio realizado “El sistema de valores de los catalanes”, el 99 % de ellos valoraban como muy importante la familia. Sobre el resultado de esta encuesta, Victoria Camps, comentó que sorprende que en una época de crisis de la familia tradicional, cualquier familia pase por delante de otros valores como el trabajo, la amistad, la política... La familia vive poco comunitariamente, el hogar se convierte en un hostal “gratis” sin que necesariamente haya comunicación, aún sin esta falta de comunicación los jóvenes encuentran en la familia todas las necesidades, hasta la de la independencia.

Más sorprendente parece que los hijos de las familias desorganizadas también crean lo mismo, que no hay mejor lugar que en casa, es como si las dificultades que sienten y notan, un pudiesen superar un “arquetipo eterno” inicial que obliga a respetar a los grandes. Es con el tiempo y poco a poco, con la edad o en ser abandonados, que se convierten en explícitos enemigos de su contexto familiar.

LAS FUNCIONES DE LA FAMILIA

La familia empezaría por la pareja, una pareja con una buena evolución del vínculo, un aumento de las satisfacciones personales, profesionales y sociales, que se complementa y se potencia a sí misma. Es en el marco de la pareja donde la aparición de los hijos se crea la familia.

La pareja suficientemente sana, que puede elaborar las propias ansiedades y contenerlas, podrá ayudarse mutuamente a crecer y, en su turno, ayudar a los hijos en su crecimiento. Esta sería la función principal de la familia: crear el marco necesario para favorecer el crecimiento de sus miembros y contener las ansiedades que se formen en grupo familiar.

El crecimiento de la familia será determinado por los límites de crecimiento de los padres.

Si la ansiedad es crítica no se crece. Es cierto que determinados niveles de ansiedad, ciertas dosis de dolor mental, son necesarios para crecer. Pero niveles excesivos de ansiedad bloquean y paralizan, por la cual cosa podemos afirmar que la familia donde predomina la ansiedad y la confusión no crece.

En el nacimiento del primer hijo se transforma la pareja en familia. La familia es un grupo complejo en constante evolución, que comprende miembros en distintas fases de desarrollo, unidos entre ellos por roles y funciones interrelacionados y diversificados. De manera que, la familia será: un sistema internalizado de relaciones un marco para el aprendizaje y una matriz para el pensamiento.

La familia es una estructura vive y única, la cual participa y da forma al aparato mental de cada uno de sus miembros, sobretodo para los hijos.

Para aprender de la experiencia es necesario funciones emocionales capaces de contener el dolor mental. Estas funciones se basan en: generar amor, fomentar la esperanza, contener el sufrimiento depresivo y pensar. Pero cuando en la familia predomina las funciones de odio, desesperación, creación de mentiras y de confusión, la familia se desestructura y aparece la patología. Meltzer propone una aproximación de las familias más sanas hasta las más desestructuradas: familia de pareja básica, familia matriarcal, familia patriarcal, familia-banda y familia en reversión.

Los estudios de Funes y los de Martí Tusquets en Barcelona nos muestran que las concentraciones más importantes de problemas familiares y sociales se encuentran en determinadas zonas de la ciudad, fundamentalmente en barrios asociales, en zonas de degradación ciudadana y urbanística. El entorno social, las condiciones del barrio, la vecindad... influyen de una manera directa e indirecta en funcionamiento familiar, estaríamos de acuerdo en afirmar que el entorno social inmediato de una familia urbana es constituido más por una red que por un grupo organizado.

¿Por qué debe haber familia? El ser humano necesita durante mucho tiempo la atención de los adultos para su desarrollo físico y mental, es decir, para su nacimiento psicológico como ser humano. La familia existe para una necesidad vital. Puede ir cambiando a través de los cambios que se van produciendo en la sociedad, pero la necesidad de un padre y una madre para tener cura de sus hijos continúa vigente.

La tarea esencial de la familia es cuidar a los hijos, formarlos y educarlos. Esto quiere decir ayudarlos a crecer física y emocionalmente, lo cual sólo se consigue “enseñando a pensar (Bion)”, para que los niños puedan ser personas con individualidad y con criterios propios, es decir, que se puedan permitir ser diferentes de los padres y de los otros hermanos y que puedan ser unos adultos responsables y capaces de colaborar solidaria y creativamente dentro de la comunidad en que vivimos.

Para que todo esto se pueda ir produciendo, hay una tasca mucho más básica y mucho más esencial: se trata de la contención de las ansiedades que puedan tener los diferentes miembros de la familia. Como más capacidad de contención del sufrimiento mental tenga una familia, mejor nivel de maduración obtendrán los hijos.

Según el Dr. Thomas la familia es una estructura viva y única que participa a dar forma al aparato mental de cada uno de sus miembros, sobretodo al de los niños. La familia es una “matriz parental” con dos sistemas inconscientes dentro: el sistema parental y el sistema de los hijos. Cualquier cambio que se produzca en una parte de uno de los dos sistemas remueve todo el conjunto.

Como estructura viva, la familia queda sometida al proceso natural de todo ser vivo, es decir, un inicio, un desarrollo y un final. Mientras este proceso se da, se producen unos cambios a los cuales se habrá que adaptar. Todo cambio promueve una alteración interna más o menos acusada y reclama la necesidad de resituarnos emocionalmente, de reestructurarnos a partir de la nueva situación. Delante una familia “sin problemas” hemos de empezar a sospechar que algo grave le sucede. Ya de entrada, podríamos asegurar que funciona a base de negar la realidad interna y de proyectar aquellos aspectos que le parecen indeseables o conflictivos. Este funcionamiento le impide tener conciencia de los problemas, y naturalmente si no hay conciencia no se puede hacer nada para resolverlos. La situación se le irá complicando. Uno de los problemas principales de toda familia es tener o no la capacidad de saber que se tienen problemas. Tener es capacidad quiere decir tener un nivel de madurez mental aceptable.

Una situación de ansiedad en uno de los padres o en un conflicto entre los dos (madre y padre) afectará inevitablemente todo el conjunto familiar, como también un problema de algún hijo lo puede llegar a cambiar todo. Hay también los problemas que vienen de fuera, de la relación con el mundo externo. La familia también se saldrá o no dependiendo de cómo esté mentalmente estructurada.

Las familias tienen diferentes funciones. La primera función y la más importante es la función de reproducción, ya que sin ella no hay familia (padres e hijo/s). Una vez formada la familia, la función de reproducción servirá para ampliarla y crear otras familias.

La función económica o de consumo, actualmente esta función es sobre todo la de consumo, y viendo así que desde los medios de comunicación se ofertan en numerosos productos dirigidos a las familias, anteriormente (hoy en día casi ya no), la familia cumplía una función de producción muy importante.

En cuanto a la función de socialización, esta función es muy clara en la familia. En esta, la familia actúa como agente de socialización, ya que es en ella donde se da la socialización primaria del niño y es en ella donde los seres humanos vamos adquiriendo nuestros primeros conocimientos. Así es la institución ideal (por delante de la escuela) en donde vamos aprendiendo como funcionar en sociedad, por lo que es, en una palabra, el reproductor de la sociedad y sus valores vigentes. Si se consigue dominar la institución familiar, se consigue dominar a la sociedad. Aunque también hay que tener en cuenta que es en la familia donde se da el apoyo a los valores individuales, a las potencialidades de cada individuo, y donde se le apoya (o se le debería apoyar) sus defectos. La familia es el principal agente de la Educación. Su función educadora y socializadora basándose en como institución, supone un conjunto de personas que aceptan, defienden y transmiten una serie de valore y normas interrelacionados a fin de satisfacer diversos objetivos y propósitos. Los padres, en este proceso, actúan como modelos que los hijos imitan. Hay una abdicación de la familia en la cultura urbana, esto se debe a aspectos como el trabajo de ambos cónyuges, las distancias, los horarios y el pluriempleo... va siendo reemplazada en la faceta educativa por la escuela, las amistades. Debemos señalar también los factores temporal espacial, de escolarización y la distancia social. Padres e hijos, aportan distintas culturas al hogar, ya que se mueven por ambientes distintos. La familia es, en definitiva, el agente de socialización.

Por último hay que mencionar la función de apoyo, de protección emocional ya que es en la familia donde los más desfavorecidos encuentran su mayor apoyo (aunque no siempre) económico y emocional. A la familia se acude cuando nos va mal: paro, mala relación con la pareja, desengaños...

En general decimos que las funciones de la familia pueden distribuirse en tres tipos fundamentales. Las funciones de tipo biológico, y social, psicológico. Este es el papel principal de la familia de hoy, el de la fuerza creadora y dinámica que haga una renovación positiva de la sociedad. Su misión es la humanización de este mundo tecnificado y materialista, llevándole su experiencia de fraternidad.

Después de ver las funciones de la familia en general pasemos a ver cuales han sido estas funciones a lo largo de la historia, marcando su evolución.

LAS FUNCIONES DE LA FAMILIA A LO LARGO DE LA HISTORIA

La familia desempañaba en el pasado múltiples funciones. La familia patriarcal se denomina también familia extensa. Ésta tenía en la sociedad preindustrial una seria de funciones, las cuales desarrollamos a continuación.

En primer lugar, satisfacía las necesidades sexuales y aseguraba la reproducción. En segundo lugar, era una unidad económica de producción y de consumo, una unidad autónoma que organizaba el cultivo de la tierra, la caza y la pesca. Era, por tanto, una unidad económica de subsistencia: se producía para consumir lo producido. Todo ello bajo la autoridad paterna. En tercer lugar, la familia daba seguridad a sus miembros y garantizaba su supervivencia.

Desde el punto de vista educativo, en primer lugar tenía la necesidad de enseñar a los hijos cómo comportarse dentro de la sociedad en que aquélla vivía. La familia extensa realizaba la primera etapa de la socialización y ejercía una influencia sobre la personalidad de los hijos en virtud de las múltiples relaciones familiares. Por último, realizaba también una función de enseñanza informal, al que se derivaba del aprendizaje de un oficio que, a veces, estaba en relación con la primitiva división del trabajo existente en el seno familiar.

La familia extensa constituía un orbe muy cerrado y prácticamente autosuficiente. Durante mucho tiempo la humanidad se acostumbró a que la familia satisfaciera las necesidades sexuales, garantizara la conservación de la prole, cuidara materialmente del sustento de sus miembros, fuera un centro de seguridad y de protección frente al exterior, sanara sus heridas o sus enfermedades, le enseñara a comportarse en sociedad, fuera un refugio afectivo o le transmitiera un oficio. Todo esto explica el papel fundamental que en la evolución de la humanidad ha jugado la institución familiar. De ahí que cuando la familia extensa sufra la mutación sustancial que supuso la revolución industrial y la aparición de la llamada “familia nuclear”, se hable de crisis de la familia.

En la actualidad, en las sociedades industriales la familia aparece integrada por dos generaciones, la pareja fundadora (también denominada familia nuclear) y la prole. El matrimonio se concibe como una asociación de iguales y la prole se reduce a un número de hijos muy pequeño. La transformación durante la revolución industrial afectó a la familia extensa. Por un lado no puede afirmarse (desde el punto de vista biológico) que la familia sea estrictamente necesaria ya que esta función puede asegurarse con otros tipos de organizaciones. Por otro lado, la familia dejó de ser el centro de imputación económica. La aparición de la fábrica supuso la proletarización del trabajador y la separación entre el hogar familiar y el centro de trabajo. Los miembros de la unidad familiar trabajan ahora en un ámbito ajeno, no como seres dependientes de una unidad superior que los alberga, sino como individuos aislados. Las funciones que desempañaba la familia como unidad económica de subsistencia son reemplazadas ahora por un sistema económico de mercado donde todo se compra y todo se vende.

Finalmente, las funciones de seguridad y protección han pasado a ser desempañadas por instituciones especializadas (policía, tribunales de justicia, etc.). Por lo que se refiere a las funciones referentes a la socialización se mantienen en la familia nuclear debido a que la necesidad de transmitir a la nueva generación los roles que deben desempañar en la sociedad es prácticamente la misma que en la sociedad preindustrial, aunque la complejidad es mayor. Es por esto que la familia sirve para completar la labor de la socialización de la escuela. Cuando el niño actual ingresa en el sistema educativo se efectúa la primera socialización, pero a partir de ese momento la socialización es obra de la familia y de la escuela. Algunas veces surge un choque conflictivo entre la escuela y la familia, sobretodo cuando la transmisión de valores no es exactamente la misma. La escuela tiende a impartir los conocimientos y roles necesarios para ingresar en la sociedad industrial, la familia, atiende al desarrollo de la personalidad y de la afectividad del sujeto.

Existe otra función educativa a la que ha tenido que renunciar la familia nuclear; Antes, el individuo aprendía un oficio en el seno de la familia extensa, en la actualidad, de eso se encarga el sistema educativo. La escuela suministra los conocimientos básicos para vivir en la sociedad industrial y enseñar una profesión. Podemos decir que más que una crisis en el sentido tradicional, e una mutación importante de la institución familiar. Hay una distinción entre funciones alienables (fruto de una situación histórica) y las inalienables (permanecen mientras subsista la humanidad). Estas últimas, se dividen en dos; la socialización y el desarrollo de la personalidad. Las dos constituyen funciones educativas. La familia se manifiesta como un agente educativo de primer orden no sólo porque en ella se produce el “segundo nacimiento sociocultural”, sino también porque ella es la gran educadora de la personalidad del niño. La familia suministra el afecto que el sujeto necesita para la estabilidad emocional. Cuando la familia abdica de alguna de estas dos funciones educativas surge el individuo antisocial o la perturbación psíquica.




LOS DIFERENTES TIPOS DE FAMILIA

Desde siempre han existido diferentes tipos de familia con funciones distintas, entre ellas encontramos la familia tradicional institucional, la familia nuclear fusional y la familia postpatriarcal. A continuación, vamos a ver las características más importantes de cada una de ellas y en que se diferencian entre ellas.

Empezaremos pues, por la familia tradicional institucional, que como muy bien dice su nombre de clasificación, es la que predomina en las sociedades modernas o en las cuales el mercado y el estado tienen una presencia reducida (es decir, en las sociedades que están en vía de modernización). En ésta, el destino de los miembros de la familia está marcado por sus mayores, por la figura del patriarca. Las desigualdades entre los miembros de la familia, entre hombre y mujeres, hermanos y hermanas, hermanos de diferentes edades… eran vistas como necesarias a cambio de una seguridad económica, la protección emocional...que proporcionaba la pertenencia al grupo doméstico.

En el sistema tradicional, la figura de más relevancia y poder es la del patriarcado. Las familias multifuncionales están orientadas a la supervivencia y no separan entre lo público y lo privado porque la actividad económica tenía lugar dentro del hogar.

A diferencia de lo actual, las funciones del mantenimiento del orden público, la atención sanitaria y el sistema educativo iban a cargo de la unidad familiar. La familia tenia un sistema troncal, es decir, la convivencia de padres y uno de los hijos (normalmente el heredero) residía en el mismo hogar para la mutua colaboración económica y la explotación conjunta del patrimonio familiar. Su organización se hacia mediante roles separados, el de la mujer y el marido y entre la generación anciana y la joven para complementarse asimétricamente. Por lo que respecta al ámbito político, sólo había un representante del grupo doméstico ante la comunidad, y este era la figura del “paterfamilias”.

En la familia nuclear fusional, a diferencia de la anterior vista, los recién casados se instalan en un nuevo hogar diferente del de la familia de origen reduciéndose las funciones reproductivas. En ésta, la familia no se constituye con parientes de varias generaciones sino por padres e hijos. El espacio doméstico surge de la realización de actividades en empresas y las realizadas dentro de la familia (sociales). Las reglas son diferentes dentro que fuera de hogar y el hecho de tener un trabajo asalariado fuera del círculo de la familia tiene consecuencias. Dentro de la familia nuclear, las funciones se reparten y realizan en función de las necesidades y capacidades de cada uno de los miembros y la familia como conjunto. Ésta creación de un ámbito privado marca los límites en el hogar, potencia el sentimiento de privacidad y hace que la comunidad no intervenga en asuntos familiares.

Una de las principales características de la familia nuclear es la solidaridad afectiva al momento de construir un hogar (solidaridad un poco forzada). Al decir esto, nos referimos a la fusión que se establece entre la mujer y el marido. La mujer se ocupa más de las funciones dentro de la familia así como de la labor reproductiva excluyéndola del espacio público y siendo dependiente económicamente de su marido. En cambio, el marido tiene el papel de sustentador y funciones fuera de la familia.

Más tarde, debido a la introducción de la mujer en el sistema educativo y en el mundo laboral, al cambio de ideas valores así como la dificultad del dominio de los hombres sobre las mujeres en la familia, se inicia la pérdida del patriarcado y con ello el camino hacia una familia postpatriarcal.

El desarrollo de la libertad, la igualdad y el individualismo tienen lugar gracias al derrumbamiento de la figura del patriarca. Este tipo de familia más individualizada, es la menos institucional y en la que los roles conyugales cada vez son más igualitarios (gracias también a los movimientos feministas y las políticas de igualdad de oportunidades).

Es ahora que el hombre y la mujer aportan un salario cuando la mujer empieza a participar y ganar sitio en la sociedad que hasta ahora no las consideraba ni ciudadanas.

La sociedad está formada por individuos con los mismos derechos más que por familias. Cuando decimos individuos con los mismos derechos, estamos hablando también de las mismas oportunidades y de las no diferencias de género. Esta igualdad de oportunidades puede provocar en el hombre la incitación de la violencia doméstica. Podemos decir pues, que es la aparición de a mujer como ciudadana de pleno derecho y el individualismo entre el hombre y la mujer lo que comporta la ruptura del patriarcado y por lo tanto, la principal innovación en la familia postpatriarcal.

Como consecuencia de la familia postpatriarcal surge también el tipo de familia monoparental, es decir, aquella que está compuesta por un padre o madre y por los hijos. Ésta es una familia frecuente en nuestros días debido, como hemos dicho, al debilitamiento del dominio del patriarcado, al eclipsamiento de la figura del padre, al aumento de las tasas de divorcio, al inicio del trabajo asalariado de las mujeres…

Afortunadamente, en la actualidad es difícil encontrar un solo modelo de familia. La familia nuclear está dejando de ser el principal modelo de familia sobretodo en las sociedades de niveles educativos altos y en las que la mujer tiene una buena situación económica (ya que así no depende económicamente del marido).



LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA MONOPARENTALIDAD

Las familias monoparentales son aquellas que están formadas por un padre o una madre soltera que viven con sus hijos inmaduros. No es lo mismo hablar de familias rotas que de familias encabezadas por viudas o madres solteras, de familias con un solo cabeza de familia que de familias incompletas. Ello tiene que ver con las imágenes cambiantes que nos forjamos de la familia normal, con la percepción que tenemos de su crisis permanente, con los símbolos, los ideales o con los estigmas que asociamos a las formas familiares. La necesidad de hallar un término neutro para nombrar estas formas familiares se relaciona con los cambios que se han producido en su composición interna que han determinado el paso de esta forma familiar de la marginación a la respetabilidad. Posiblemente su aparición en la esfera pública tenga también que ver con el proceso de privatización del ámbito doméstico, con la diversificación de la familia nuclear, que permite al mismo tiempo una mayor variabilidad de los modelos de organización familiar. Pero sobre todo tiene que ver con la irrupción del pensamiento feminista en el ámbito poítico y académico, que veía la introducción de este término como una forma de legitimar a las familias de procedencia no tradicional, y con la acción del estado del bienestar, que al crear prestaciones específicas para este tipo de familias les da legitimidad e igualdad. Todo ello configura un complejo entramado de nuevas manifestaciones en el campo familiar indicativas de una transición hacia un nuevo modelo familiar que podríamos llamar postpatriarcal.

En la monoparentalidad actual estas nuevas familias son concebidas como unidades económicas viables y no como un “aparato” o algo marginal o transitorio. Gracias a los movimientos feministas y a las políticas de igualdad sexual, se da una toma de conciencia de la legitimidad de la existencia de unidades domésticas encabezadas por mujeres como una variedad familiar con derecho propio. La aceptación de la legitimidad de este tipo de familias no excluye la consideración de las marginaciones y conflictos que experimentan las personas que viven en ellas.

LA GÉNESIS DE LA MONOPARENTALIDAD

El término “familias monoparentales”, traducido del inglés “One Parent Families”, fue introducido en Francia hace una década por sociólogas feministas, para quienes la utilización de este concepto parecía tener el interés de permitir que los hogares que estaban bajo el cargo o mando de una mujer accedieran a la categoría de “verdaderas familias”.

Pero la categoría “familias monoparentales” no ha aparecido en territorio virgen sinó que ha reemplazado otras categorías a las cuales ha destronado conviviendo estrechamente y tomando parte de su herencia y de sus connotaciones, como son las familias incompletas, familias disociadas, familias desunidas, rotas, defectuosas, dislocadas, etc.

Las familias que estaban etiquetadas de esta manera incluían las que hoy se llaman monoparentales, pero no se limitaban solo a estas: las familias llamadas “incompletas” o “disociadas” eran esas en que faltaba al menos uno de los dos progenitores y también son las llamadas hoy “recompuestas”.

Hay que empezar señalando que una inmensa mayoría de familias monoparentales están encabezadas por mujeres solas. En los países occidentales, nueve de cada diez hogares monoparentales lo están y ello tanto más si se los define de forma más cuidadosa y precisa. Si bien las escasas familias monoparentales a cargo de varones merecerían un estudio aparte, la ausencia de datos y de espacio no nos permite dedicarles una mayor atención.

Como la monoparentalidad viene marcada de alguna forma por la desaparición del padre físicamente, moralmente; totalmente o parcialmente, convendría empezar analizando las consecuencias de esta ausencia, especialmente para los niños, pero también para la madre. Como dice un prestigioso psicólogo y psiquiatra:

Existen diversas razones de ausencia tangible del padre: la muerte, la deserción del hogar, la paternidad ilegítima, la separación o el divorcio. La desaparición del progenitor es siempre traumática para el hijo. Mientras que la muerte del padre tiene, generalmente, un carácter natural o irremediable e inflige penosos sentimientos de duelo, de pérdida y de tristeza, la ausencia paterna por otras causas, incluyendo la ruptura de la pareja, es considerada por los niños un rechazo evitable, y produce confusión, angustia, culpa, rabia y emociones profundas de desprecio o de abandono.

(Rojas Marcos, 1994)

Si tenemos en cuenta lo que dice este autor, vemos que la forma de transición a la monoparentalidad tiene una gran importancia para el futuro desenvolvimiento de sus relaciones internas. En las familias monoparentales formadas por mujeres viudas, la desaparición física del padre por muerte produce un efecto contundente y claro. La ausencia del padre no se debe a una dimisión moral o a un cambio de residencia por divorcio o separación sino que el padre desaparece para siempre. Esto significa además que el niño, como puede suceder en el caso de las familias monoparentales originadas por ruptura o divorcio, no estuvo expuesto antes a conflictos entre el padre y la madre en el hogar, aunque en el caso de una larga enfermedad del padre es posible que esta carencia sí le hubiera afectado.

En el caso de las mujeres solteras sin pareja el padre nunca existió. Aun así, hay una gran gama de posibilidades, desde la mujer fecundada artificialmente con semen de un donante anónimo hasta el caso de un padre conocido pero que nunca se ha relacionado habitualmente con el niño. Aquí la responsabilidad recae sobre la madre, quien desde un principio asume el hecho de criar a un hijo sin padre, y de su habilidad y madurez dependerá el resultado final de la socialización.

Por último, tenemos las familias monoparentales formadas tras una ruptura de la pareja. Quizá este es el caso más frecuente en los países industriales.

La descompensación económica y emocional que se produce tras una separación afecta de manera diferente a padres y madres. El resultado suele ser siempre el mismo: que en nueve de cada diez casos la custodia de los niños es para la madre. Este dato es determinante a la hora de entender la estructura de las familias monoparentales ocasionadas por separación o divorcio.

Para las mujeres los problemas pueden ser mayores, ya que en ellas se acumulan diversas transiciones vitales: cambio de estado civil y de estatus, trámites respecto a la pensión que debe pasar el marido al hijo/s y a la mujer y respecto a la custodia, nueva relación con el ex-marido, etc. Después de una separación o divorcio las madres solas suelen buscar apoyo en su familia de origen, aunque esto también puede suceder en otros tipos de transición a la monoparentalidad. Durante este período de transición tiene una gran importancia, en el reequilibrio de la familia monoparental tras este desajuste, la reconstitución de redes de solidaridad y de ayuda y la redefinición de la relación de la madre con su entorno comunitario.

Las experiencias negativas más comúnmente asociadas con la monoparentalidad son la soledad y los problemas económicos. En contrapartida, los progenitores solos y especialmente las mujeres, expresan su satisfacción a través de ganancias de tipo emocional: confianza en uno mismo, sentimiento de independencia, autoestima y control de la propia vida, logros en la educación de los hijos y ejecución de roles domésticos menos tradicionales y convencionales.

Con respecto a los hijos, es posible que los problemas emocionales relacionados con la pérdida del padre por separación o divorcio afloren en forma de fracaso escolar, conflictividad con los compañeros y comportamiento difícil. En este caso, el papel de la madre será determinante, aunque también el padre tiene mucho que decir, siempre que tenga el apoyo de la madre.

Lo que suele suceder normalmente es que si la presencia de la madre y apoyo están presente y casi nunca fallan, la contribución del padre no está siempre a la altura de las circunstancias y con el paso del tiempo, se va reduciendo. En los países occidentales constituye una pauta bastante habitual que los padres divorciados se vayan desentendiendo poco a poco de sus hijos. Es lo que se ha llamado padres desvanecientes (fading fathers). Esta situación hay que unirla al hecho de que una importante proporción de los padres separados o divorciados no pagan la pensión de alimentos a sus hijos.

Todo ello podría ser debido al hecho de que muchos padres no conciben la paternidad y el matrimonio como algo que puede separarse. En nuestra cultura resulta difícil ser padre a tiempo parcial y sin residir con los niños. Es como si los hombres sólo supieran ser padres indirectamente, a través de las acciones de sus mujeres, quienes se encargan de la crianza de los niños. Esta situación sale a la luz debido a la ruptura de la unión matrimonial.

LA SOCIALIZACIÓN DE LOS HIJOS EN LA MONOPARENTALIDAD

¿Es realmente un desastre la ausencia física y/o moral del padre en la familia respecto a la socialización de los niños? Hasta hace poco se habían asociado las familias sin padre con los peores problemas de la infancia y juventud: drogadicción, “delincuencia juvenil” (abro el paréntesis para comentar, como opinión personal, que el apellido juvenil no sirve para nada más que estigmatizar a los jóvenes, ya que también podríamos hablar de delincuencia de las personas de 30 años o de la delincuencia senil pero en cambio no lo hacemos porque nos parece ridículo), fracaso escolar, etc. Pero a menudo eran “profecías” que se cumplían. En primer lugar, muchas de estas familias con la falta del padre eran de clase baja y, por tanto, más proclives a este tipo de conductas. Pero sobre todo se ha empezado a examinar la contribución del conflicto y la desorganización familiar en la génesis de los trastornos infantiles y juveniles. Es decir, los problemas que con frecuencia se asocian al divorcio son muy anteriores. Los niños pequeños que parecen haber sido dañados por la crisis revelan que la etiología de sus trastornos se remonta a episodios que precedieron a la ruptura de la unión de sus padres.

Hay familias intactas que generan dificultades para los niños y familias monoparentales que funcionan bien. No hay que olvidar que hay familias completas en conflicto y familias monoparentales sanas, de la misma forma que existen matrimonios sanos como insanos. Lo que es decisivo para el desarrollo equilibrado de los niños es la estabilidad en las expectativas emocionales y sociales, la ausencia de conflicto entre los adultos, la asunción de responsabilidades educativas por parte de éstos y la coherencia en las normas. Por el contrario, la falta de apoyo parental, la dimisión moral o de la responsabilidad son actos con graves consecuencias. Y ello vale tanto para el padre como para la madre.

Siendo así las cosas, en caso de separación lo mejor es garantizar la estabilidad del niño y no acercarlo al conflicto. Es mejor que tenga un solo progenitor que se ocupe realmente de él, en vez de que tenga dos que se están peleando cada dos por tres. Las principales directrices que pueden guiar la política familiar con respecto a la monoparentalidad podrían ser las siguientes. En primer lugar, cuanto mejor puedan funcionar los padres, mejor será el ajuste de sus hijos. En segundo lugar, el ajuste también será mejor dependiendo de la menor exposición de los hijos al conflicto entre los padres. Finalmente, cuanto más regularmente los niños visiten al progenitor que no tiene la custodia, mejor será su ajuste.

Pero se plantea otro problema. ¿No necesita el niño dos figuras parentales, un padre y una madre, para poder asimilar los papeles masculino y femenino, sin lo cual pueden producirse trastornos en su personalidad y en el aprendizaje social? Con respecto a esto hay concepciones diferentes.

Los psicoanalistas ortodoxos destacan la importancia del triángulo edípico en el proceso de maduración del niño. Por lo tanto, según esta visión es difícil que, en ausencia del padre, se pueda conseguir un resultado correcto en lo que respecta a la formación de la personalidad. Pero hay otros autores que tienen otros puntos de vista y opinan que la relación linear entre el niño y la madre o el padre es más relevante que la relación edípica triangular. Opinan que los niños y niñas aprenden su papel social y lo que la sociedad espera de ellos de múltiple fuentes y modelos y no es necesario que haya un hombre en casa para que desarrollen una identidad y personalidad sanas.

Opinamos que quizá esta postura se corresponde mejor con la realidad que vivimos hoy todos y es más abierta de miras. La falta del padre o de la madre no tiene porque implicar necesariamente un trastorno de la personalidad del niño. Lo que importa es que se le proporcione un cuidado correcto y se le preste una atención adecuada.

FACTORES Y CONDICIONES IMPORTANTES PARA LA COMPRENSIÓN DE LA MONOPARENTALIDAD

Querríamos nombrar las condiciones que se tendrían que tener presentes para la comprensión de la situación monoparental de las familias. El resumen fundamental es que la función que define una familia como tal es la educativa, es decir, la función educativa de los hijos, el reconocimiento de la importancia de los hijos y de la existencia separada de los hijos.

El reconocimiento de los derechos del niño y, por lo tanto, el reconocimiento de la importancia de la infancia, de la atención a la infancia, ha ido seguido del reconocimiento de la mujer y de la necesidad de su liberamiento como individuo dentro de la sociedad, de la igualdad de derechos.

No existe un efecto de monoparentalidad. No existe un solo tipo de familia, sino una gran variedad y se deben estudiar y analizar una a una. Hay que pensar que las dificultades para llevar a cabo las funciones educativas no derivan de la monoparentalidad. Pensemos que hasta la monoparentalidad puede ser un síntoma. Por ejemplo, en los casos de viudedad, puede ser debida al hecho que la mujer rechaza la idea de reprender contacto con otras posibles parejas. Lo mismo puede suceder en los casos de separadas o de abandonadas. Todo esto repercute en la acción sobre los hijos, especialmente por la facilidad de desviación qua hay hacia la familia matriarcal. No hay que olvidar la importancia de la transitoriedad en el estado monoparental. Porque muchas veces estas familias monoparentales han podido modificar fácilmente su situación cuando a partir del crecimiento y de la educación del hijo han descubierto que el hijo está reclamando un padre y que el padre no necesariamente ha de ser una figura agresiva. Así, pues, muchas de estas situaciones se han podido modificar, cosa que les ha permitido reducir su resentimiento y que les ha hecho más accesibles a nuevos emparejamientos, en beneficio de la función familiar.

El bienestar de los niños es inseparable del bienestar de los adultos, y, por lo tanto, se ha de prestar atención al hecho que no tan solo hay niños maltratados, sino también familias maltratadas.

La necesidad de hacer un reconocimiento de la importancia de la familia es debida a la existencia de una gran presión social y política hacia su desintegración. Uno de los aspectos equívocos vendría expresado, por ejemplo, por el hecho de que actualmente se llame a las guarderías “llars d'infants”. La mujer como fuerza de trabajo reclama, porque las necesita, la organización de guarderías para los niños, y se recorre al eufemismo de nombrarlas “llars d'infants”, que es el sitio donde se debería desarrollar la educación parental. No es una crítica sino la descripción del conflicto entre las funciones que son específicas de la familia y que trata de asumir la comunidad, en vez de favorecer que la familia pueda realizar su función , es decir, que la madre pueda desarrollar su función, tanto si forma parte de una familia conyugal como de una familia monoparental.

La tasa de familias con un solo progenitor va aumentando, pero también diríamos que aumenta la transitoriedad, especialmente la de las madres solteras, que tienen estadísticamente más facilidad para casarse, por ejemplo, que las viudas. Parecería que la viudedad tiene más estabilidad como familia monoparental que la condición de madre soltera.

Se ha visto que al convertirse en una familia de un solo progenitor hay una correlación con una fuerza económica, ya que cuando los hombres están en el paro la proporción de separaciones es dos veces más alta que cuando esto no se produce. La disminución de la dependencia económica de las mujeres es también otro factor económico importante. En igualdad de condiciones, a medida que aumentan los ingreses de la mujer aumentan las separaciones de las parejas.

Un aspecto de la aceptación de las familias con un sólo progenitor es que se ha de entender no como la falta de otro progenitor, sino como la obtención de un progenitor.

La capacidad económica de las familias con un sólo progenitor es bastante pobre, la mitad más pobre que la de las familias con dos progenitores. También en las familias encabezadas por una mujer los ingreses son la mitad de las encabezadas por un hombre.

Se ha valorado muy positivamente el hecho de que las mujeres solas que no tienen familia cercana ni amigos o suficiente dinero, hagan demandas activas a los servicios sociales, ya que de esta forma las mujeres se pueden promocionar laboralmente y familiarmente.

CÓMO VE LA SOCIEDAD LA MONOPARENTALIDAD

La utilización social de la categoría “familias monoparentales” se apoya en gran medida en observaciones negativas. Pese a los esfuerzos de trasladar las situaciones monoparentales desde la consideración de "desviación" a la de "variación" aquello que sostiene el uso social de esta categoría es la referencia implícita o explícita a dos series de “problemas sociales” que plantearía la socialización de los hijos en los grupos monoparentales.

Tanto en las observaciones de uso corriente como en las eruditas, las familias monoparentales son consideradas familias con problemas: se considera que tienen problemas para subsistir y que plantean, o bien plantearan algún día, problemas a la sociedad.

Parece claro que pertenecer a un hogar monoparental significa generalmente, y más aún cuando el progenitor sólo es una mujer, tener un nivel de vida inferior, inferior al de las personas de su mismo nivel, tanto las que conocía antes como las que conocería con toda probabilidad si el grupo no se hubiera convertido en monoparental.

Parece igualmente claro que pertenecer a un hogar monoparental también significa ser objeto de un cierto número de calificaciones sociales estigmatizantes, por lo que se refiere a los efectos económicos y educativos de la situación monoparental, y ser objeto también de procesos sociales que sitúen a los individuos en situación monoparental al margen de sus marcos sociales anteriores y hacia entornos sociales compuestos por individuos que también son objetos de procesos de estigmatización y de marginación.

Los progenitores solos pueden cuidar a sus hijos de manera efectiva si la sociedad ofrece una atención adecuada a los padres y una estrategia de atención a los niños que los compense por el progenitor absente.

LA INFANCIA

UN DISCURSO SOCIAL

Antropológicamente hablando, el concepto que se tiene de “menor” en una sociedad se corresponde con el nivel de desarrollo adquirido por ésta por lo que se refiere a derechos humanos y a los derechos sociales. Es por eso que podemos percibir el recorrido seguido a lo largo de la historia. Durante siglos, el menor de edad ha sido considerado propiedad exclusiva de los padres, parte integrante y subalterna de una unidad familiar totalmente dependiente del “pater familiae”. Los niños hasta finales del siglo pasado, habían sido vendidos, encarcelados, torturados, utilizados para tareas muy duras en las minas y las fábricas, como consecuencia del proceso de industrialización. Durante esta época, comienza a aparecer la concepción del menor como un sujeto digno de protección, hecho que representa un gran avance respecto a la situación anterior. En este hecho, no han sido ajenos los descubrimientos de las ciencias sociales, sobre todo la psicología, la pedagogía y la sociología, que han dado a conocer características del desarrollo de la personalidad del futuro adulto. Colectivamente se ha visualizado el nexo causal que existe entre el niño y el futuro adulto. Y se ha comprendido el papel que el medio y la educación juegan de cara a las conductas sociales. Pero este concepto está, a la vez, condicionado por la creciente conciencia colectiva de los derechos sociales. La ley de 1948 tiene mucho que ver con este sentido protector, impregnado de un gran intervencionismo moral, que corresponde a la época en que fue redactada esta ley que hiere nuestra sensibilidad democrática y laica. En ella, el menor es considerado un sujeto irresponsable, digno de protección material y, sobre todo, moral, con una moral entendida de acuerdo con los criterios propios del pensamiento nacional-católico.

Actualmente, la legislación no ha cambiado con la misma rapidez como lo ha hecho la concepción que sobre el menor tiene la sociedad actual. Bajo varios nombres (niños y niñas, jóvenes, etc), se está difundiendo una concepción más normalizada y universal del menor. Se introduce cada vez más, lo que le hace ser considerado sujeto de pleno derecho, se acepta plenamente la idea que tiene que disponer de los mismos derechos que los adultos, y así está reconocido en la Convención de los derechos de los niños, del año 1989, como también en los resultados de la Cimera de jefes de estado.

Ha sido necesario, a lo largo de 200 años y al ritmo marcado por la evolución de la propia sociedad, ir ampliando la cobertura del que, de antaño, era considerado un derecho de todo ser humano pero que, a la práctica, era sólo el derecho de algunos hombres. La explicitación de la existencia de derechos fundamentales para los menores va más allá de su papel en la vida familiar, representa una ruptura importante con la situación anterior, y es una meta histórica fundamental en la larga lucha por la ampliación de los derechos humanos en nuestra sociedad. Este es el concepto de menor en el cual basamos nuestras reflexiones y que abarca tanto los que disfrutan de una vida protegida, a los cuales garantiza el ejercicio de sus derechos básicos, como los otros, aquellos a los cuales la sociedad debe prestar una atención especial porque no disponen de los sistemas normales de protección y respeto que garantizan un adecuado desarrollo en libertad. En algunos casos, la Administración y la misma sociedad tendran que actuar indirectamente a través de la familia, la escuela, la sanidad y los servicios sociales para favorecer el ejercicio de los derechos de los niños y niñas. En otros casos, hará falta actuar directamente sobre ellos, para protegerlos y garantirles la dignidad.

EL NIÑO, UN SER DEPENDIENTE

El individuo humano es, desde el mismo momento de nacer, y quizá puede que antes, un ser social; eso significa que sus sentimientos, su inteligencia y los valores profundos que guiaran su conducta futura se forman gracias al diálogo constante que se establece entre él y el medio que le envuelve, medio que actúa a través de las personas que cuidan de él. Estas personas se encuentran profundamente condicionadas por los ámbitos en los cuales transcurre su vida y por su situación económica y social.

La relación del niño con las personas que se ocupan de él es una relación cambiante con el tiempo y también respecto a los cambios que experimenta el entorno en que se produce. La relación interpersonal resulta ser muy determinante y estructurante contra más joven es el ser humano, ya que es más grande su situación de necesidad y, por lo tanto, de dependencia respecto al ambiente que lo envuelve.

La vida del niño suele transcurrir en la familia, en el sí de la cual pasa sus primeros años de vida, más tarde en la escuela, después, a partir de los 11 o 12 años, participa en una vida más amplia de barrio o ciudad, y pasa, finalmente, al mundo del trabajo.

Cada momento de su evolución, cada uno de los marcos en que pasa su vida, tiene su propia lógica, su manera de incidir en la vida del niño o adolescente. Pero, en todos los momentos y en los variados marcos educativos, el niño tiene que encontrar posibilidades de establecer relaciones y vínculos que le han de permitir tres cosas: una, satisfacer sus necesidades básicas, otra, aprender a respetar unas reglas de juego mínimas que le permitan la convivencia con los otros, y otra, aportar algo constructivo en el ámbito en el cual su vida se desarrolla. Si el diálogo resulta frustrante, el individuo tiene dificultades para construir adecuadamente su individualidad y no es capaz de aprovechar las aportaciones de su alrededor, la personalidad se estructura de manera deficitaria, quizá con necesidades básicas por cubrir, o con una escasa capacidad de aceptar las reglas de juego de la colectividad, de manera que va situándose cada vez más en una posición marginal.

Hay sectores sociales que preocupan especialmente los casos de desprotección de niños en todas sus formas, bien porque determinadas conductas producen alarma social. En estos sectores concurren una serie de factores que afectan especialmente a los menores y a los jóvenes.

Es fundamental intentar comprender el papel que cada uno de los medios en que se desarrolla la vida de los niños juega en su maduración interna y externa.

Es en el marco familiar donde el niño suele pasar los primeros años de su vida. En este ámbito, las relaciones interpersonales tienen un carácter emocional y próximo. El círculo familiar está formado por pocas personas que mantienen entre sí lazos estrechos, con sus vidas mezcladas en una dinámica cuotidiana comuna, en la cual todo lo que uno de los miembros es o hace repercute de una manera directa en los otros. Son relaciones a corta distancia. La madre, o la persona que se ocupa del niño en las primeras épocas de su vida es, sin duda, de entre los miembros de la familia, quien influye de una manera más decisiva en su evolución.

Des de los primeros días, las manifestaciones de necesidad del recién nacido, las expresiones de malestar, sus intentos de acción hacia el mundo exterior o hacia él mismo, encuentran una respuesta determinada en las personas que se cuidan de él.

La necesidad (alimento, calor, movimiento, etc.) raramente es formulada de manera clara, por la cual cosa tiene que ser interpretada por una persona que aporta a esta interpretación un amplio bagaje de diversas procedencias, sus propias vivencias, respecto a las necesidades más vitales; toda una serie de cánones culturales que condicionaran la respuesta; y, por último, ciertas condiciones sociales y económicas que, evidentemente, las determinan.

La respuesta sanciona, valora, satisface y aprueba la necesidad y sus formas de manifestarse. A los ojos del niño, la respuesta ofrece una determinada imagen de él mismo y de su conducta, que lo induce a seguir por un camino determinado.

Todo esto penetra en la percepción de sí mismo, y le hace abandonar conductas y manifestaciones que no le son útiles para obtener la aceptación del adulto y potencia esas conductas que lo valoran.

La manera de ser de la madre o de las personas que se ocupan de él, modela al niño.

Las respuestas no tienen por qué ser explícitas: la sonrisa, el tono de voz, son algunas de las numerosas vías por las cuales el niño recibe una respuesta constante a sus propias actividades y actitudes. A través de estas respuestas aprende a tratar sus propias necesidades y las de los otros, a utilizar su potencialidad, a valorar y a amoldarse a unas normas que, en los primeros años, se transmiten por canales específicamente afectivos.

La noción de sí mismo que asume el niño en la vida familiar entrará en crisis cuando cambiará el marco donde transcurre su vida, precisamente cuando empiece su vida escolar.

Sus relaciones con el grupo, anteriormente limitadas a un número reducido de personas, se ampliará considerablemente. El grupo con el cual debe convivir ahora es muy vasto, y las distancias entre sus miembros más grandes. Son relaciones de “distancia larga”.

Los puntos de referencia claros y inmediatos, transmitidos hasta ese momento a través de las figuras parentales, son en la escuela, en un primer momento, confusos y, posteriormente, claramente diferentes de los familiares.

Los valores que la escuela le impone ahora son otros, y se le exigen conductas nuevas, de acuerdo con las necesidades que implica la vida en común.

A más, la escuela potencia en el niño aspectos de la vida social más amplios que los de la vida familiar, y su autovaloración pasará a regirse por otros criterios, de acuerdo con la valoración que el maestro y los compañeros irán haciendo de su conducta.

Al empezar la escolaridad obligatoria la vida de grupo permite ya una cierta valoración menos ligada a la opinión del maestro, pero la fuerte tendencia a imitar las conductas del adulto y la de los niños entre sí no permite aún al sujeto de la educación tener criterios de valoración netamente diferentes. De hecho, es necesario esperar hasta que empiece la segunda etapa para que la vida del grupo se consolide y empiece para el niño una manera nueva y clara de ser valorado.

Aún así, cabe destacar que cada escuela tiene sus características propias. Contra más autoritario es un sistema, contra más depende del poder del adulto, mayor es el peso de su manera de considerar al niño sobre el conjunto de la dinámica escolar. Contra más potencie el maestro la vida de grupo, más valorado podrá ser cada niño. De manera contraria, contra más uniformes sean las conductas exigidas, más estrecha será su valoración.

LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA INFANCIA

Hoy la infancia es objeto de diversos debates. Hay quien habla de su desaparición y hay quien sostiene que se encuentra en un momento de expansión.

Quizá más que de la desaparición de la infancia hay que hablar de la desaparición de la concepción moderna de infancia.

Los nuevos modelos convivenciales, la generalización de la entrada de la mujer en el mundo laboral y los cambios que ha producido la revolución y la expansión en el campo de las tecnologías repercuten en el campo de la infancia.

La modernidad define una niñez indefensa, que debe aprender y ser educada y para la cual se destinan dos instituciones: la familia y la escuela. La infancia, pues, se ha institucionalizado.

En medio de la posmodernidad esta definición no tiene vigencia. Ahora tratamos al niño como un adulto, consideramos que éste es un sujeto de derechos por encima de todo.

Hoy en día, se somete a la infancia a una escolaridad que se prolonga y prolonga en nombre de las necesidades de los niños.

La escuela es cada vez menos patrimonio de la infancia. Hoy es imposible dejar de aprender a lo largo de la vida, debido sobre todo a los cambios que provocan la ciencia y la tecnología. Es por este motivo que hablamos de educación permanente, es una educación a lo largo de la vida.

Quizá sería mejor que hubiera diferentes itinerarios y que fueran los propios niños los que eligieran el itinerario que más les convenciera. Poder elegir sus intereses, sus ritmos, sus tiempos, al contrario de lo que sucede hoy: es el sistema educativo el que fija los intereses, tiempos y ritmos.

Quizá el niño, debería escoger entre diferentes ofertas, aquella que satisfaciera mejor sus intereses. Pensamos, que sería maravilloso, que los niños pudieran escoger el itinerario que mejor se adecuara a sus intereses. Si, por ejemplo, me quiero dedicar a la música, ¿por qué no empezar ya des de pequeño a perfilar ese camino con la creación de nuevos itinerarios que conducieran a un futuro profesional posible? No decimos que no sea necesaria una cierta homogenización educacional y que todos los niños aprendan a leer y a escribir y a contar, pero creemos que sería interesante que la escuela diera cabida, cediera espacio y tiempo a otras propuestas como la música, el arte, la danza...

Pasemos a hablar ahora de la familia que también, al igual que la escuela, ha institucionado la infancia.

La familia ha sufrido importantes cambios de estructura y de funciones que producen consecuencias. En primer lugar, el debilitamiento de la función paterna, cuyo lugar como principal sustentador ha quedado en entredicho. También la entrada en el mundo laboral de las mujeres de forma generalizada cuestiona el lugar del padre como sustentador principal a través de su salario.



LA DESPROTECCIÓN DE LA INFANCIA

Hemos pasado de un modelo de educación represivo a uno de permisivo. Las relaciones entre adultos y niños se inscriben en un contexto de organización en función de lo que se define como las necesidades del niño.

Podemos hablar, hoy, de la infantilización del adulto ya que ha renunciado al ejercicio de la autoridad, que no remite al autoritarismo sino a la responsabilidad. Creemos importante marcar unas pautas a los niños. Deben ocupar el lugar que les corresponde y no permitir que “vayan haciendo” llegando, de este modo, a la permisividad y en consecuencia al abandono de la autoridad y de la responsabilidad que como adultos deben asumir. Los adultos están menos presentes y de este modo dejan desprotegida a la infancia.

La infantilización del adulto lleva consigo la adultización del niño. Éste accede, en igualdad de condiciones que el adulto, a determinados circuitos de ocio y información. El niño es un adulto en pequeño.

Debemos asumir el forjamiento de lo humano en el niño, es decir debemos forjar el ejercicio de la violencia simbólica, como Hegel dijo, como adultos que somos. La educación necesita de una posición de autoridad.

Observamos una paradoja: por un lado, hay una desresponsabilización de los adultos en cuanto al lugar de autoridad a ocupar, y por otro lado, hay una expansión de los deberes de los adultos respecto a los niños.

Quizá sea ya hora de empezar a trabajar y a proponer nuevos modelos de relación con los niños donde prima la responsabilidad del adulto. Una responsabilidad que tenga en cuenta los cambios sociales, económicos y culturales, que son los que han propiciado una nueva categoría de infancia.

Hay que tener en cuenta otra cuestión. Actualmente tendemos a dejarnos llevar por una serie de estereotipos relacionados con la infancia que nos impiden trabajar correctamente. Tendemos a adjetivar a los niños, los clasificamos sin pensar de qué manera los estamos estigmatizando. Hablamos de los niños violentos, de los niños maltratados, de los niños inmigrantes (ahora ya de los MEINA (Menores Extranjeros Indocumentados No Acompañados)), de los niños conflictivos, etc. De este modo lo único que hacemos es estigmatizarlos y mostrar nuestros prejuicios. Ciertamente hacemos un juicio previo y con nuestras valoraciones les perfilamos un futuro. Con los prejuicios se pone un muro de contención al sujeto, no se espera nada de él. Y si no se espera nada de él, como agente de la educación, te estás limitando a educar porque piensas: para qué educar si acabará mal y no será nada en la vida. Hasta el mismo presidente de la DGAIA (Dirección General para la Atención de la Infancia y la Adolescencia) en un encuentro con educadores sociales mostró sus prejuicios cuando constató que casi el 98% de niños que viven en CRAE's tienen fracaso escolar. Ante la pregunta de qué pensaban hacer para poner remedio a esta situación, respondió que nada porque pobrecitos con lo que han pasado no podrán aprobar. Pensar esto es grave si es un educador social quien lo piensa, pero más grave resulta que estas palabras salgan de la boca del presidente de la DGAIA. Si pensamos esto vale más que como dice el refrán “apaguemos y nos vayamos”. No podemos saber si ese niño continuará padeciendo un fracaso escolar o, si al final, logrará aprobar y resultar con los años un excelente abogado, médico o arquitecto. Esa es la magia de la educación. Se trata de algo efímero que marca al sujeto pero no sabemos cuando ese acto maravilloso va a suceder. Es algo no previsible y por tanto algo no evaluable: no sabemos qué, cómo y cuándo acontecerá. Lo único que podemos hacer es transmitir bienes culturales y confiar que algo de lo transmitido quedará en el sujeto.

Debemos, por lo tanto, confiar en el sujeto, apostar por él y no dejarnos llevar por prejuicios que no hacen más que estigmatizar al sujeto. No debemos perfilar el futuro del niño porque como ya hemos dicho no sabemos qué ocurrirá, qué acontecerá de todo lo transmitido en él y que no. Olvidemos pues todos los argumentos pestalozzianos y dejemos de educar al pobre para pobre, al fracasado para fracasado, etc. y apostemos fuerte por el sujeto de la educación.

De no ser así, caeríamos en el gran error de la Educación Social: no permitir que nadie se mueva del lugar que le ha tocado vivir y de este modo quedaría borrada, olvidada la cuestión educativa.

ANÁLISIS DE PELÍCULAS

A continuación, hemos analizado una serie de filmes que se pueden relacionar directa o indirectamente con el tema de la familia y en las cuales podemos encontrar diferentes ejemplos para ilustrar lo dicho hasta ahora y veremos así, que en nuestra sociedad aún existen tipos de familia característicos de tiempos pasados. Cada película consta de un breve resumen, una descripción de los personajes principales y su relación entre sus miembros y la sociedad. Finalmente, se ha justificado el porqué de su elección y la clasificación en según que tipo de familia.

Las cenizas de Ángela

Esta película narra la historia de una familia irlandesa que vive sometida en la pobreza y la miseria. Viven una serie de acontecimientos que llevan a la familia a momentos de verdadera desgracia y dificultad: la muerte de un bebé, la muerte de dos gemelos con pocos años de vida y la poca dedicación y esfuerzo para buscar y encontrar trabajo por parte del sustentador principal de la familia: el padre. Su poca motivación, la pérdida, de forma sistemática, de su puesto de trabajo por llegar tarde o faltar y el consumo de todo su sueldo en la bebida llegándose a emborrachar repetidas veces, lleva a la familia a una situación de desesperación y de gran dificultad. Los padres, responsables del cuidado de sus hijos, se ven incapacitados a alimentar a éstos, no pueden pagar el alquiler del piso, ni comprar carbón para calentarse. Tal es la situación, que la madre llega a mendigar en la puerta de iglesias y monasterios en busca de alguna engruna de pan que hayan desechado los curas y monjes.

Podemos ver como la relación entre el matrimonio es cada vez más tensa. Angela considera a su marido un inútil, incapaz de encontrar un puesto de trabajo y mantenerlo y cada vez más, desconfía de las promesas de éste en que todo cambiará y conseguirá hacer frente a la situación de pobreza que padecen.

Observamos que los dos hijos más mayores de la familia se responsabilizan desde un principio de ésta: cuidando a sus dos hermanitos gemelos ya sea, cambiando sus pañales, duchándolos, dándoles de comer como pueden y aportándoles calor en la cama al dormir todos juntos. Vemos pues, ya des del inicio, una adultización de los niños con una consiguiente infantilización de los adultos, en este caso los padres, que no ocupan un lugar de responsabilidad en todo momento. Abandonan ese lugar que deberían ocupar como padres que son: la responsabilidad. Una vez que se hacen más mayores, los hijos no toleran el papel que desempeña el padre dentro de la familia, no aceptan que no cumpla sus funciones de sustentador. Es más, lo llegan a culpabilizar de la situación por la que pasa la familia de pobreza y miseria. No aceptan que no trabaje y que cuando lo haga se gaste todo el dinero en bebida con el fin de emborracharse, en vez de llevarlo a casa. Esto lo vemos, por ejemplo, cuando un día llega borracho a casa y los niños, un poco más mayores, cuestionan sus funciones y le piden que cambie su actitud.

El padre decide ir a Inglaterra a trabajar y promete mandar dinero a la familia, pero, sin embargo, no lo hace. Ni siquiera la familia recibe ninguna carta del padre en el que explique cómo se encuentra. En este momento, a mi parecer, llegamos al punto álgido de desresponsabilización, se desentiende totalmente de su familia ya que ni escribe cartas a ésta ni manda dinero. Se da entender que en Inglaterra sigue haciendo lo mismo: consumir todo el dinero que gana en bebida. Vuelve a Irlanda a ver a su familia pero luego vuelve a irse para no regresar jamás, ya que pese a los años que transcurren no se sabe nada de él.

El hijo mayor toma conciencia de la situación de la familia, y a diferencia de su padre, decide poner remedio a esta situación. A parte de ir a la escuela, trabaja como mensajero y su sueldo lo destina a la sustentación de la familia. Éste vive episodios duros con su madre, que expulsada del piso de alquiler y trasladada con los hijos en casa de un primo, llegan a las manos. El hijo en una de las disputas le tira por cara a su madre que se haya rebajado tanto llegando a servir al primo, acostándose con él y permitiendo que éste tratara a sus hijos sin ningún tipo de respeto.

Finalmente, el hijo decide abandonar Irlanda e irse a Nueva York para probar suerte y lograr dar un giro a su vida.

La poca ayuda con la que cuenta la familia es la de la familia por parte de la madre: la abuela y tíos. Estos, dificultan la buena relación con el padre, ya que creen que el padre es protestante y no católico y muestran sin tapujos sus prejuicios hacia esta religión.

Durante el transcurso de la película, no vemos que la familia se relacione con vecinos o amigos que les puedan proporcionar ayuda. Es una familia cerrada en sí misma y a la vez muy fracturada.

Realmente es impactante el papel que desempeñan los padres y cómo va evolucionando: el padre empieza por encontrar trabajo aunque se lo gaste en bebida, pero luego llega a desaparecer del mapa, se va a Inglaterra para, como aquel que dice, no volver. La madre, suponemos que por su condición de mujer y en la época en que se encuentra, no se plantea encontrar trabajo: esa es una tarea destinada a los hombres. Su tarea a realizar como mujer es la de cuidado y crianza de sus hijos. Lo único que hace, para intentar mejorar la situación de pobreza, es mendigar y intentar lograr que su hijo mayor encuentre un lugar en un monasterio como monje. Pero eso se convierte en un intento frustrado.

Esta es una magnífica película que refleja la dureza con que una familia afronta su situación de miseria y muestra la desresponsabilidad de éstos respecto a sus hijos.

Las mujeres de verdad tienen curvas

Este film trata sobre dos grandes temas: el tema del aspecto físico y el de un modelo de familia, nosotros nos vamos a centrar en este último, el de la familia.

La madre de la protagonista tiene unas convenciones tradicionistas y católicas, de manera que quiere que su hija sea el ama de casa, que llegue virgen al matrimonio, que no acabe sus estudios para que se ponga a trabajar con el fin de ayudar a la familia aún cuando le han concedido una beca para que pueda estudiar. Por otra parte, el padre, al principio opina igual que su mujer, pero acaba cambiando de idea y convence a su mujer para que su hija estudie. Este hecho se debe al abuelo, que por muy mayor que sea, mentalmente es más “moderno” y abierto y quiere que su nieta vaya a la universidad. La hermana de la protagonista tampoco pudo estudiar debido a la economía de la familia, tiene una fábrica donde diseña ropa y no tiene esperanzas en que su hermana pueda estudiar por culpa de su madre, al principio quiere que se ponga a trabajar al igual que ella lo tuvo que hacer pero acaba cambiando de idea.

A partir de estas características podemos concluir que se trata de una familia tradicional institucional ya que consta de la madre, el padre, las hijas y el abuelo. Todos ellos conviven en el mismo hogar y cada uno de ellos tiene su función dentro del seno familiar; La madre debe ocuparse del hogar, las hijas aportar el dinero en casa y colaborar también en las tareas domésticas para su preparación del matrimonio, el padre trabaja fuera de casa y debe aportar la base económica que les permita llegar a fin de mes y el abuelo es visto y considerado un gran sabio por la protagonista.

Las relaciones entre los diferentes miembros de la familia son múltiples y distintas. En el caso de la protagonista, con el que mantiene una mejor relación es con su abuelo y más adelante con su padre, quienes la apoyan moralmente en su afán de seguir estudiando en la universidad. Entre madre e hijas la relación es casi inexistente en lo que se refiere a la comunicación y confianza (es la hija quien no confía en su madre debido a su cerrada y tradicional mentalidad). A parte de no haber comunicación entre ellas se producen algunos enfados porque no ha seguido el ejemplo ni de su hermana ni de su madre y es la primera en introducir la idea de ir a estudiar a la universidad.

El bola

En esta película nos ofrecen dos familias diferentes, la de Pablo (El Bola) y la de Alfredo.

La familia de Pablo es una familia tradicional institucional cerrada. Consta de unos padres, el hijo, y la abuela, sin mencionar el hijo mayor que falleció en un accidente (para el padre, el Bola nunca alcanzará ser como su hermano y llega a culpabilizarlo de su muerte a partir de comparaciones). El padre de Pablo es una persona muy estricta, siempre tiene la razón y hay que hacer lo que él diga sino le castiga a través de maltratos (físicos y psíquicos). La madre es seria, quiere a Pablo, pero no le muestra sus sentimientos. Ella no puede soportar los maltratos que sufre su hijo pero tampoco hace todo lo que puede para remediarlo, pero en un momento dado y harta de esta situación se revela contra su marido insultándolo y deseando su muerte. La familia no tiene relaciones en su entorno social, solamente con los clientes del negocio del padre. Una relación pero basada en la cordialidad por interés.

Una vez más, la mujer es la encargada de cuidar a su hijo, llevar a cabo las tareas domésticas y además cuidar de su suegra. El padre, sin embargo, tiene una ferretería en el barrio donde el Bola le ayuda después de clase.

La familia de Alfredo es totalmente lo contrario. Es una familia nuclear fusional porque viven padres e hijos en un mismo hogar. Y es abierta porque se relaciona con todos, son solidarios... Es una familia más progresista, demasiado quizás porque el padre de Alfredo (que es tatuador) le hace un tatuaje a su hijo sin pensar que probablemente es demasiado joven. Esta familia es la que aun sabiendo los riesgos que esto comporta, ayudan al Bola a salir de la situación familiar en la que se encuentra. Aquí no se ve la figura de la madre como aquella que debe ocuparse de las tareas del hogar pero sí que cuida de su hijo pequeño. Un aspecto a destacar es la relación que se establece entre ellos, basada en la comunicación.

El protagonista encuentra en ellos lo que no tiene y le falta en su familia; comprensión, confianza, comunicación, cariño, alguien que les escuche, diversión… y por un momento, la felicidad.

Las dos familias son un contraste pero en ambas, quien toma las decisiones siempre es el padre. Pero la manera de la manera de imponer su autoridad es diferente; en el caso del Bola, la autoridad es represiva y en el caso de Alfredo, es más con un fin concienciador.

Al final, la historia termina en manos de la justicia.

Te doy mis ojos

Te doy mis ojos cuenta la historia de Pilar y Antonio, pero también la de quienes les rodean; una madre que no escucha, una hermana que no entiende, un hijo que mira y calla, unas amigas y una sociedad. Es una historia que combina amor, miedo, control y poder. Hemos creído conveniente esta película para ejemplificar uno de los diferentes tipos de familias existentes hoy en día, más adelante justificaremos el porqué. A continuación haremos una breve descripción de los personajes que aparecen en este filme.

Los protagonistas de esta historia son Pilar y Antonio. Un matrimonio que lo que tienen en común es su hijo Juan. Pilar es una joven que vive aterrorizada el día a día con su marido y sus maltratos. Juan, representa ese tipo de hombre capaz de ser tierno y cambiar a ser violento en un instante. Pilar vive subordinada (también económicamente) a las órdenes de su marido y es víctima de los maltratos domésticos. Juan es el ejemplo ideal del hombre que piensa que es superior a la mujer, que es la figura masculina quien debe traer el dinero a casa, y que la mujer debe encargarse de las tareas del hogar y de su hijo. Pilar no dice lo que piensa ni siente, no es ella misma. Empieza perdida y termina recompuesta, evoluciona.

En un segundo lugar encontramos a Ana y Aurora, la hermana y la madre de pilar correspondientemente. Ana representa a los que queremos ayudar y no sabemos como, trata de simplificar algo muy complejo como es el problema al que se enfronta su hermana. Y Aurora es esa madre que quiere silenciar el problema y que automáticamente lo consiente. Mujer tradicional y de costumbres que no ve o no quiere ver la realidad.

Finalmente está Juan, el hijo de los dos. Éste sufre también el problema que hay en casa, pero no sabe exactamente que hacer respecto a ello.

La justificación de esta película como un ejemplo de familia nuclear fusional (al principio) y posteriormente monoparental está en las características que cumple: Al inicio se trata de una familia nuclear porque tenemos la figura del padre, de la madre y del hijo. El padre trabaja y es quien gana un salario, la madre está en casa cuidando de las tareas del hogar. Pero a medida que avanza la historia, Pilar va evolucionando y busca un trabajo, situándose al “mismo nivel” que su marido y poniendo en duda la figura del padre como la más importante y poderosa de la familia, como el patriarca. Finalmente, cuando ella se enfronta a su marido la familia se rompe, construyendo así una familia monoparental (madre e hijo) debido al divorcio entre ambos cónyuges.

Podemos encontrar en Te doy mis ojos dos claros ejemplos de dos de los diferentes tipos de familia que hemos ido explicando a lo largo del trabajo.

American beauty

American Beauty es una película americana que cuenta la historia de dos familias diferentes. Por un lado se nos da a conocer con imágenes bellas, la hipocresía que se esconde debajo de una feliz familia americana y por el otro lado, la historia que gira en torno a Lester Burnham, un hombre que ya ha pasado los cuarenta, que se encuentra en plena crisis existencial y en el ojo del huracán de todos los problemas de la familia.

Aparecen dos familias, cuyas diferencias vamos a ver seguidamente.

La primera familia que aparece es la de Lester, el padre de Jane y marido de Carolyn. Lester en este caso carga con las ordenes de su mujer, quien le dice lo que debe hacer y como y al mismo tiempo es el centro de la diana de los insultos de su hija adolescente. La diferencia de esta familia con la de Te doy mis ojos es que en ésta es la figura de la madre la que “lleva los pantalones en casa”. Jane es la hija del matrimonio que está en plena adolescencia y no se comunica con sus padres porque los odia.

La segunda familia es la casa del vecino de Jane. En ella viven él, su padre y su madre. El padre es ex-marine y fascista, el hijo siempre está grabando todo lo que ve en video y es víctima de agresiones físicas por parte de su padre y la madre vive en una depresión constante. Más allá de esa casa donde rige la autoridad y el control, vive una pareja homosexual, que desquiciarán al ex-marine fascista.

En esta película podemos encontrar dos modelos de familia nuclear fusional viéndolas como un seno familiar formado por un padre, una madre y un hijo/a, pero esa unión entre los miembros de la familia se va deshaciendo a lo largo de la historia. En el caso de la primera familia por la muerte del padre (familia monoparental), en el caso de la segunda, por la huída del hijo de la familia.

Las lenguas de la mariposa

CONCLUSIONES

Después de haber realizado este recorrido por la noción de familia y su evolución a lo largo de la historia podemos decir que la familia es un núcleo de convivencia, solidaridad, complicidad, capaz de proporcionar protección, compañía, seguridad y socialización. Hoy en día por el hecho de que la familia viva en un mismo hogar y participe en casa no necesariamente significa que haya comunicación entre sus miembros.

La familia a lo largo de la historia ha desempeñado muchas funciones. En sus inicios, las más importantes eran las de subsistencia y procreación, es decir, la familia se dedicaba a cazar y a recolectar para asegurar su subsistencia sin olvidar que para ello, era necesario tener hijos. Con el paso de los años, se han añadido otras funciones importantes a parte de las ya citadas. Hoy en día se considera que existe una familia cuando una pareja tiene uno o más hijos, esta sería pues la función de reproducción. Cabe destacar otras dos: la de socialización y la psicológica. La primera hace referencia a mantener una relación entre todos los miembros de la familia pero también con los otros miembros de la sociedad. La psicológica consiste en proporcionar cariño, afecto y apoyo a los hijos pero incluyendo una dosis de autoridad.

También hemos visto que hay diferentes tipos de familia, como la tradicional institucional que consta de los padres, los hijos y otros miembros de la familia de diferentes generaciones. La familia nuclear fusional consta de los padres y los hijos. Estos dos tipos de familia son lo más comunes y los que más se dan. Actualmente ha surgido el tipo postpatriarcal, donde el hombre ya no es quien manda en la familia. La mujer empieza a tener protagonismo en la familia, al poder tomar más decisiones sin la supervisión del hombre son más independientes. Como consecuencia de la crisis del patriarcado ha surgido otro tipo de familia conocido como la monoparentalidad, actualmente no muy bien visto, porque hay quien cree que un niño debe educarse con el modelo de los dos padres, que sin el padre o sin la madre el niño no se educará “correctamente”.

La familia monoparental surge a causa de tres factores: defunción de la pareja, divorcio o separación y madres solteras.

Respecto a la infancia, en muchas familias, han surgido dos factores, la infantilización del adulto y la adultización del niño.

El primero se refiere a que el adulto no se responsabiliza de los niños. Los padres, cada vez son más permisivos lo que conlleva que el niño se adultice, es decir, el niño toma sus propias decisiones, ve los mismos programas que el adulto (Crónicas marcianas) y en consecuencia se va a dormir más tarde y no duerme las horas suficientes y así un día tras otro.

Desde nuestro punto de vista, opinamos que la monoparentalidad sea bien vista, que para que el niño se eduque no hace falta el modelo de los dos padres. Creemos que un padre o una madre puede salir adelante con su hijo educándolo y socializándolo de una buena manera.

Hay que decir también que la mayoría de hijos no salen como los padres. Por ejemplo, si un padre es maltratador no necesariamente el hijo, de mayor, debe serlo también. Esto es, en efecto, un mal prejuicio que perjudica al hijo negativamente.

Sólo decir que esperamos que por parte de los padres haya una mayor responsabilización hacia sus hijos, que se preocupen más por ellos (cómo van en la escuela, si les sucede algo, que realicen más actividades (juegos de mesa, ir al campo…)) y lo más importante, que se establezca comunicación entre ellos porque la comunicación es la base del buen funcionamiento de la familia.



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